José Manuel y una Navidad Fantástica



Era una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un chico llamado José Manuel. Le encantaba la Navidad, pero este año, todo parecía diferente. La nieve no caía, los árboles de Navidad se veían tristes y las luces no brillaban tanto como solían hacerlo. Los adultos estaban ocupados y la alegría de las fiestas parecía haberse esfumado.

Un día, mientras paseaba por el bosque, José Manuel encontró un pequeño duende que estaba intentando elevar una estrellita dorada al cielo.

"¡Hola! ¿Por qué pareces tan preocupado?" - preguntó José Manuel.

"¡Hola! Soy Tico, el duende de la alegría navideña. Este año, la Navidad está en peligro y necesito tu ayuda para traer la alegría de regreso a nuestro pueblo" - respondió Tico, con un tono melancólico.

Intrigado, José Manuel decidió ayudarle.

"¿Cómo puedo ayudar?" - preguntó, mirando el pequeño juguete que Tico intentaba levantar.

"Los niños de este pueblo han dejado de compartir sus sueños y deseos. Si no lo hacen, no podremos encender la Estrella de la Alegría, y la Navidad no volverá a ser mágica" - explicó el duende.

Entusiasmado, José Manuel pensó en cómo podía ayudar. Recordó que la abuela de su amiga Clara siempre hacía una reunión navideña donde todos contaban sus deseos y sueños.

"¡Ya sé! Podemos organizar una fiesta de Navidad donde los niños compartan sus sueños y deseos!" - exclamó José Manuel.

Tico sonrió de manera radiante.

"¡Esa es una idea brillante! Debemos hacerlo pronto, antes de que la noche de Navidad llegue" - dijo el duende.

Ambos comenzaron a preparar la fiesta. Hicieron carteles coloridos, decoraron el lugar con luces y prepararon galletitas ricas. Todos los niños del pueblo fueron invitados y la noticia corrió rápido.

El día de la fiesta, el lugar estaba lleno de alegría y risas. Los niños empezaron a compartir sus deseos, desde querer tener un perro hasta soñar con ser astronautas. José Manuel, emocionado, se subió a una pequeña tarima y dijo:

"¡Chicos! La Navidad no es solo acerca de lo que queremos recibir, sino de compartir nuestros sueños y deseos con los demás!" -

Cuando el último deseo fue compartido, Tico miró a José Manuel con los ojos brillantes.

"¡Lo hemos logrado! Ahora, vamos a encender la Estrella de la Alegría!" - dijo, saltando de emoción.

Tico levantó la estrellita dorada y, junto a los niños, hicieron una ronda, cantando canciones de Navidad. Al llegar al final de la canción, todos unieron sus manos y, con un fuerte grito lleno de alegría, gritaron:

"¡Que la alegría vuelva a nuestro pueblo!" -

De repente, la estrellita dorada comenzó a brillar intensamente, iluminando todo el bosque. La nieve empezó a caer y los árboles se llenaron de luces y adornos, como por arte de magia.

"¡Lo hicimos! ¡La Navidad ha vuelto!" - gritó Tico, danzando feliz.

Los papás, las mamás, y todos los adultos del pueblo salieron de sus casas atraídos por la luz y los risas. Cuando vieron a los niños celebrando, no pudieron resistirse a unirse. Todos compartieron historias, se rieron y la alegría llenó cada rincón del pueblo.

"Gracias, José Manuel, por recordarnos el verdadero espíritu de la Navidad" - dijo la señora Clara, mientras abrazaba a su abuela.

Esa noche, bajo la luz de la estrellita, todos disfrutaron de una cena maravillosa, se contaron cuentos, y la música llenó el aire. La Navidad había regresado en su esplendor y, desde ese día, cada año, los niños del pueblo se reunían para compartir sus sueños y desear una Navidad mágica.

José Manuel se convirtió en el héroe de la Navidad y siempre recordó que la verdadera alegría se encuentra en compartir y en estar con aquellos que amamos, y que cada uno de nosotros puede hacer que la magia perdure si recordamos compartir lo que llevamos dentro.

FIN.

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