José y el Bosque Mágico
Érase una vez en un pequeño pueblo, un niño llamado José. Desde muy pequeño, José tenía una gran pasión por la naturaleza. Siempre pasaba sus días explorando los bosques que rodeaban su casa, recolectando hojas, observando aves y ayudando a los animales que encontraba en apuros. Su mamá le decía:
"José, siempre llevás algo en los bolsillos. ¿Qué es hoy?"
"Son semillas, mamá. Quiero plantar árboles en el parque", respondía el niño con una sonrisa.
Un día, mientras paseaba por el bosque, José descubrió una entrada oculta entre los arbustos. Intrigado, decidió entrar. Cuál fue su sorpresa al encontrar un bosque mágico, lleno de colores brillantes y criaturas extraordinarias. Allí conoció a la ardilla Amparo.
"¡Hola! Soy Amparo, la guardiana de este bosque. ¿Quién sos?"
"Soy José. Me encanta cuidar la naturaleza. ¿Puedo ayudar en algo aquí?"
Amparo sonrió y le dijo:
"Sí, por favor. Este bosque mágico necesita tu ayuda. Los humanos han comenzado a tirar basura, y los animales están preocupados."
José, decidido a ayudar, comenzó a recoger la basura que encontraba. Mientras trabajaba, conoció a otros animales del bosque, como el búho Sabio y la tortuga Tula. Todos se unieron a él en su misión.
"¡Gracias, José!" dijo Tula, mientras recogía plásticos con una de sus patas. "Si seguimos así, podremos salvar nuestro hogar."
Sin embargo, no todo era fácil. Un día, un grupo de chicos del pueblo llegó al bosque con la intención de hacer un picnic. José sintió un nudo en el estómago, temía que ensuciaran aquel lugar tan especial. Con valentía, se acercó a ellos.
"¡Hola! Soy José y este es un bosque mágico. Si quieren ayudarnos, podemos hacer un picnic limpio, ¡sin dejar basura!"
Los chicos se miraron entre sí, sorprendidos. Uno de ellos, llamado Lucas, se adelantó.
"¿Un bosque mágico? Suena interesante. ¿Qué podemos hacer?"
José les explicó cómo podían disfrutar de su picnic sin dañar el medio ambiente. Juntos, recogieron la basura del bosque y aprendieron sobre la vida silvestre. Los chicos se divirtieron tanto que decidieron volver al bosque, pero esta vez, para cuidar de él.
"¡Siempre volveré y ayudaré a cuidar este lugar!" exclamó Lucas con entusiasmo.
Días después, José y sus nuevos amigos comenzaron a organizar actividades para limpiar y cuidar el bosque. Plantaron árboles y construyeron pequeñas casas para los pájaros. El bosque volvió a recuperar su belleza, y los animalitos estaban felices.
Un día, mientras estaban en una de sus actividades, Amparo se acercó a José.
"Gracias, José. Lo que has hecho aquí cambiará la vida de muchos. ¡Eres un verdadero héroe de la naturaleza!"
José sintió su corazón latir con fuerza, pero también se dio cuenta de que nunca hubiera logrado esto solo. Mirando a su alrededor, comprendió que la unión hace la fuerza. Juntos, habían transformado un lugar amenazado en un refugio de vida.
"No soy un héroe, solo soy un amigo de la naturaleza. Y todos ustedes también son héroes", dijo humildemente.
Y así, el bosque mágico siguió floreciendo, lleno de amistad y cuidado. José aprendió que cuidar del medio ambiente era una aventura que podía compartir con otros, y que cada pequeño gesto cuenta. Desde ese día, no solo cuidó de su bosque mágico, sino que se convirtió en un embajador del cuidado ambiental en su pueblo, inspirando a otros a unirse a su causa.
"¿Nos acompañan a contarle a más chicos sobre lo que hicimos?" les preguntó José con una gran sonrisa.
"¡Sí! Vamos a cambiar el mundo, un árbol a la vez!" gritaron todos a coro.
Y así, José, Amparo, Lucas y el resto de sus amigos salieron del bosque, listos para compartir su mensaje de esperanza y protección de la naturaleza con el mundo entero.
FIN.