José y el Secreto de la Barrilete Mágico



Era una soleada mañana en la ciudad de Buenos Aires. José, un niño de diez años con un brillo en los ojos, se preparaba para ir a la escuela. Era conocido por sacar buenas notas y siempre tenía una sonrisa dibujada en su rostro. Aunque era un estudiante aplicado, tenía un sueño muy especial: armar el barrilete más espectacular de todos.

Un día, mientras leía un libro de ciencia en la biblioteca de la escuela, escuchó a sus amigos hablar sobre el campeonato de barriletes que se realizaría en el Parque 3 de Febrero. "¡José, tenés que participar!"- le dijo Leo, su mejor amigo, mientras agitaba los brazos emocionado. "No solo se trata de volar, sino de hacer que el barrilete vuele alto y hermoso."-

José sonrió, pero tenía un problema. "No sé cómo hacer un barrilete. Solamente sé hacer tareas y buenas notas."-

Su amiga Ana le miró con ojos brillantes y le respondió: "¡Podemos aprender juntos! Este sábado podemos ir a la casa de Leo a armarlo. ¡Nos vamos a divertir un montón!"-

Esa tarde, después de la escuela, José decidió que iba a hacer un barrilete. Se sentía un poco nervioso, pero sabía que podía contar con sus amigos. Y así fue como se juntaron el sábado, llevándose papel de colores, palitos de madera y mucha energía.

En la casa de Leo, comenzaron a trabajar. "Primero dibujemos el diseño"- propuso Ana, mientras se instalaban en el patio de la casa.

"Espero que no se rompa"- dijo José, un poco dudoso.

"Ya verás, cuando lo terminemos, ¡será el barrilete más lindísimo que existió!"- animó Leo.

Tras varias horas de risas, intentos fallidos, y alguna que otra broma pesada, finalmente su barrilete estaba listo. Tenía forma de dragón, con colores brillantes que relucían bajo el sol.

En el campeonato, el día llegó. Estaban todos nerviosos, pero José se dio cuenta de que había disfrutado mucho más el proceso que el resultado.

Cuando llegó su turno, el viento soplaba suave. José, con el barrilete en mano, gritó: "¡Ahora, dragón!"- y lo lanzó al cielo. El barrilete se elevó, danzando entre las nubes, y todos aplaudieron. Sin embargo, cuando se estaba por llevar la victoria, un viento fuerte sopló y... ¡Zas! El barrilete de José se enredó con el de otro niño.

"¡Oh no!"- exclamó José, pero no se desanimó. "¡Vamos a ayudarlo!"-

José y sus amigos no dudaron en correr a ayudar al otro niño. Después de un par de minutos de esfuerzo, lograron liberar los barriletes. El otro niño, que parecía triste, los miró y dijo: "Gracias. No sé qué hubiera hecho sin ustedes"-.

José sonrió y le respondió: "Tómatelo como parte del juego; siempre hay que reir y ayudar a los demás. Lo más importante es disfrutar juntos."-

Al final del día, aunque no ganaron el primer premio, se llevaron el premio del espíritu deportivo. "¡Mirá todo lo que aprendimos!"- dijo Ana mientras abrazaba a José y Leo.

"Sí, y nuestro dragón voló muy alto. Aprendimos a ser un buen equipo, eso es lo que realmente importa"- concluyó José, con el corazón lleno de alegría y una gran sonrisa.

Desde aquel día, José comprendió que sacar buenas notas estaba bien, pero ser un buen amigo y aprender juntos era lo que verdaderamente hacía una experiencia inolvidable. Y así, con su dragón a cuestas y el corazón lleno de historias, se fue caminando entre risas hacia la próxima aventura.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!