José y las Reglas de Amistad


Había una vez un niño llamado José que estaba muy emocionado porque iba a empezar el colegio. Era su primer día y no podía contener la alegría que sentía en su corazón.

Desde temprano se levantó, desayunó con entusiasmo y se puso su uniforme escolar. Cuando llegó al colegio, vio a todos los niños corriendo de un lado a otro, riendo y jugando.

Se acercó tímidamente a su maestra y le dijo:- ¡Hola! Soy José, es mi primer día aquí. La maestra sonrió amablemente y le dio la bienvenida. - ¡Bienvenido, José! Estoy segura de que te vas a divertir mucho en nuestra clase. Hoy vamos a crear juntos las normas de convivencia del aula.

¿Te gustaría participar? José asintió emocionado.

- ¡Sí, me encantaría! La maestra reunió a todos los niños en un círculo y les explicó lo importante que era establecer reglas para poder convivir de manera pacífica y respetuosa en el salón de clases. Les recordó que cada uno tenía derecho a opinar y expresarse libremente. Uno por uno, los niños fueron compartiendo sus ideas sobre las normas que consideraban importantes.

Algunos mencionaron cosas como "respetarnos mutuamente", "escuchar al compañero cuando habla" o "no interrumpir". Todos estaban contentos con las sugerencias pero faltaba algo importante: el acuerdo sobre cómo resolver conflictos. En ese momento, José levantó tímidamente la mano.

- Maestra, me gustaría proponer una norma para resolver los problemas. Podríamos hablar y buscar soluciones juntos en lugar de pelearnos. La maestra sonrió orgullosa de José.

- ¡Esa es una excelente idea, José! ¿Qué les parece a todos? Los demás niños asintieron emocionados y aceptaron la propuesta de José. Juntos, crearon una norma que decía: "Cuando tengamos un problema, hablaremos tranquilamente y buscaremos soluciones juntos". A lo largo del año escolar, la clase de José vivió momentos felices pero también enfrentó desafíos.

Sin embargo, siempre recordaban las normas que habían creado juntos y las cumplían con responsabilidad. En una ocasión, dos niños tuvieron un desacuerdo durante un juego en el recreo.

En lugar de discutir o pelearse, se acercaron a José y le pidieron ayuda para resolver el conflicto. José escuchó atentamente a ambos lados y luego reunió al grupo en círculo. - Chicos, tenemos un problema aquí pero recuerden nuestra norma: debemos hablar tranquilamente y buscar soluciones juntos.

¿Alguien tiene alguna idea? Uno por uno fueron compartiendo sus ideas hasta que finalmente encontraron una solución que satisfacía a todos. Los niños se abrazaron contentos y siguieron jugando como si nada hubiera pasado.

Al finalizar el año escolar, la maestra felicitó a la clase por su excelente convivencia basada en las normas que ellos mismos habían creado. José se sentía feliz y orgulloso de haber participado activamente en la creación de esas reglas tan importantes.

Había aprendido que cuando trabajamos en equipo y nos escuchamos unos a otros, podemos resolver cualquier problema.

Y así, José terminó su primer año escolar con la certeza de que había logrado algo maravilloso junto a sus compañeros y maestra: crear un ambiente respetuoso y armonioso donde todos se sentían seguros y felices.

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