José y los Dragones de los Tesoros
Érase una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques, un niño llamado José. José era un soñador, siempre imaginando aventuras y tesoros ocultos. Un día, mientras jugaba en el jardín de su abuela, encontró un viejo mapa que parecía haber salido de un cuento de hadas.
"¡Mirá, abuela! ¡Encontré un mapa!" - exclamó José con emoción.
La abuela se acercó y observó el mapa con una sonrisa.
"Ese mapa puede llevarte a lugares mágicos, pero cuídate de los dragones que custodian esos tesoros" - le advirtió.
Sin pensarlo dos veces, José decidió seguir el mapa. Con una brújula en mano y su mochila llena de provisiones, partió en busca de aventuras. Su primer destino lo llevó a un profundo bosque donde los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo.
Mientras caminaba, comenzó a escuchar un suave murmullo. Era una melodía encantadora. Siguiendo el sonido, llegó a un claro donde vio a un dragón de escamas brillantes que estaba sentado junto a un lago.
"¡Hola! Soy José. Estoy buscando tesoros." - dijo, un poco nervioso.
El dragón, que se llamaba Drago, miró a José con curiosidad.
"Los tesoros no siempre son lo que parecen, pequeño soñador. Pero, ¿tal vez quieras saber qué es lo que más valoro yo?" - preguntó Drago.
José se acercó un poco más, intrigado.
"Sí, ¿qué es lo que valoras, amigo dragón?" - respondió.
Drago sonrió y dijo:
"Mi mayor tesoro es la amistad. Sin amigos, los días pueden ser muy solitarios, incluso para un dragón como yo. ¿Te gustaría ser mi amigo?"
José nunca lo había pensado de esa manera. Entonces, decidió que la amistad era un tesoro por derecho propio.
"¡Claro! Me encantaría ser tu amigo, Drago! ¿Dónde está el siguiente tesoro?" - preguntó José emocionado.
"Si me ayudas a salir de este lago, te mostraré donde se encuentra", dijo Drago con una sonrisa.
Juntos, José y Drago trabajaron en equipo y pronto pudieron despejar los obstáculos que mantenían al dragón atrapado. Con un gran aleteo, Drago se liberó y, agradecido, lo llevó volando a una montaña cercana.
Desde lo alto, José vio un inmenso valle lleno de luces brillantes. Varios dragones estaban allí, cada uno cuidando su propio tesoro. Sin embargo, lo que más llamó la atención de José fue una pequeña escuela donde los dragones enseñaban a los niños sobre el valor de la amistad y la colaboración.
"¡Mirá, José!" - exclamó Drago. "Ese es el tesoro más especial de todos. Los dragones y los niños trabajando juntos para ayudar a otros."
"¡Es tan hermoso! Nunca pensé que aprender y ayudar fuera un tesoro en sí mismo" - respondió José, lleno de asombro.
Drago sonrió y le dijo:
"Recuerda, José, a veces lo que más buscamos está justo en frente de nosotros. La amistad, el conocimiento y el amor son las piedras preciosas más valiosas que podemos encontrar."
Al despedirse de Drago, José volvió a casa con un corazón lleno de alegría y nuevos aprendizajes. Sabía que, aunque había salido en busca de tesoros materiales, había encontrado algo que nunca podría ser reemplazado: la amistad.
Desde ese día, José no solo buscó tesoros, sino que se dedicó a ayudar a otros en su comunidad, convirtiéndose en un verdadero héroe con su nuevo amigo, Drago, siempre latiendo en su memoria.
Y así, la historia de José y los dragones de los tesoros se convirtió en una leyenda en su pueblo, recordando a todos que a veces, lo que más vale, es lo que construimos junto a otros.
Fin.
FIN.