Josefina y el Día del Enfado



Era una mañana soleada en la escuela de Josefina. Todo parecía estar en su lugar, pero cuando llegó a clase, se dio cuenta de que no podía encontrar su cuaderno favorito. "¡No puede ser!"- gritó, con los ojos llenos de lágrimas. "Esto es horrible, ¿por qué me pasan estas cosas?"-

La maestra, la Señorita María, la escuchó y se acercó a ella. "Jose, comprendo que estés enojada, pero a veces hay que aprender a manejar esos sentimientos. ¿Te gustaría hablar un poco?"-

Josefina, aún entre sollozos, asintió con la cabeza y se sentó a un lado de la maestra. "Me siento muy mal, Señorita María. Todo el mundo parece tener un buen día y yo estoy aquí, enojada y triste por mi cuaderno."-

"Es normal sentirse así a veces. Pero, ¿sabes qué? Tu cuaderno podría aparecer en cualquier momento. Tal vez algunos de tus amigos lo hayan visto. Vamos a buscarlo juntos primero, ¿te parece?"-

Con un poco de esperanza, Josefina se levantó y llamó a sus amigos. "Francisco, Sofía, ¿vieron mi cuaderno?"-

"No lo vi, pero podemos ayudarte a buscarlo. ¡No te preocupes!"- dijo Francisco con una sonrisa cálida.

Mientras buscaban, Josefina comenzó a sentir que su enojo se transformaba en algo más amable. "Gracias, chicos, me hace sentir mejor que me ayuden. Pero, sigo enojada con la situación."-

"A veces, también es bueno dejar que eso que sentimos salga, pero de una manera tranquila. Podemos intentar respirar juntos,"- sugirió Sofía. "Cuando me siento mal, cierro los ojos y cuento hasta diez respirando profundo. Así puedo relajarme."-

Josefina, un poco sorprendida, decidió intentarlo. Cerró los ojos y comenzó a contar. "Uno... dos... tres..."- Fue sintiendo que su enojo se iba disipando, como si al respirar lo alejaba de su cuerpo.

Unos minutos después, los compañeros se fijaron en un rincón de la clase. Ahí estaba su cuaderno, un poco desaliñado pero intacto. "¡Lo encontré!"- gritó con alegría, todo su enojo se desvaneció instantáneamente.

"¡Qué bien, Jose!"- exclamó Francisco mientras todos aplaudían. La Señorita María sonrió, feliz de ver a la clase unida y a Josefina más tranquila.

Al finalizar el día, la maestra propuso un círculo de conversación. "Hoy todos aprendimos un poco sobre manejar nuestros sentimientos. ¿Por qué no compartimos cómo nos sentamos hoy?"-

Las manos se levantaron emocionadamente. "Yo estuve bastante confundido porque no entendía la tarea,"- dijo Francisco. "Y yo... tuve miedo de no hacer amigos nuevos,"- confesó Sofía.

Josefina, sintiéndose valiente, compartió lo que había aprendido. "Yo estuve muy enojada, pero gracias a ustedes pude calmarme al respirar y buscar ayuda. Aprendí que está bien sentir enojo, pero podemos encontrar formas de manejarlo juntos."-

La Señorita María las miró orgullosa. "Así es, cada uno de nosotros tiene emociones, y compartirlas hace que nos sintamos más fuertes. Además, siempre podemos contar con nuestros amigos y familia para ayudarnos a sobrellevar esos momentos difíciles. Los sentimientos son importantes, y no hay que tener miedo de mostrarlos. ¡Bravo por todos ustedes!"-

Desde ese día, Josefina se sintió más preparada para enfrentar cualquier emoción que viniera. Sabía que tenía el apoyo de su maestra y amigos, y que, aunque un día pudiera ser complicado, siempre habría una forma de volver a la calma y a la alegría.

FIN.

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