Josefina y la Aventura de Responder



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires, y la pequeña Josefina estaba sentada en la mesa del desayuno, con su plato de tostadas y su vaso de jugo de naranja. Su mamá la miró con una sonrisa y le dijo:

- Josefina, ¿sabías que hoy hay un festival de libros en el parque?

Josefina, sin pensarlo dos veces, respondió:

- Mamá, ya sé. Estuve investigando en internet y el escritor de mi cuento favorito va a estar allí. ¡Quiero ir!

Su madre, un poco sorprendida por la respuesta tan entusiasta, sonrió y dijo:

- Me alegra escuchar eso, pero primero tienes que terminar tus tareas escolares.

- ¡Pero mamá! - protestó Josefina, cruzando los brazos - Ya hice la mitad anoche, ¿no es suficiente?

La mamá la miró con ternura y le respondió:

- Eso es cierto, pero sabemos que siempre es mejor terminar todo antes de salir a divertirnos.

Josefina se sintió un poco frustrada, pero en el fondo sabía que su mamá tenía razón. Así que decidió terminar sus tareas muy rápidamente. Mientras escribía, pensó en el festival, en los libros y en conocer a su escritor favorito. Pero cuando terminó sus deberes, su mamá la sorprendió con un giro inesperado:

- ¡Buen trabajo, Josefina! Ahora, ¿qué te parece si vamos juntas al festival de libros?

- ¡Sí! - gritó Josefina, saltando de alegría. - Pero, ¿no tenés que trabajar?

- También, pero me tomé un descanso para disfrutar de un buen rato contigo.

Ya en el parque, el ambiente era mágico. Había puestos de libros, juguetes, y hasta actividades para los niños. Josefina no podía contener su emoción.

- Mamá, mira esos libros de aventuras. - Señaló con los ojos brillantes.

- Te encanta la aventura, ¿no es cierto? - preguntó su mamá, sonriendo.

- Sí, porque siempre hay algo nuevo por descubrir. - respondió Josefina mientras se acercaba a una mesa llena de cuentos.

Después de comprar algunos libros, Josefina se acercó al autor, que estaba firmando copias de su último trabajo. Con el corazón latiendo rápido se le acercó:

- Hola, soy Josefina y me encanta tu libro sobre el dragón que quería volar.

El escritor, sorprendido, le devolvió la sonrisa:

- Me alegra mucho saberlo. ¿Sabías que ese dragón aprendió a volar porque nunca dejó de intentar?

- Sí, podría intentar volar también. - dijo Josefina con mirada decidida.

La pequeña sintió una chispa de inspiración, y mientras su madre la observaba, se dio cuenta de que había un gran mensaje detrás de las palabras de ese autor. A veces, las cosas más grandiosas llegaban de aquellos que se atreven a seguir sus sueños.

Después de un rato, y tras conocer a otros escritores, Josefina encontró una caja con lápices de colores y papeles en blanco. Emocionada, se sentó a dibujar y escribir su propia historia.

- Mamá, voy a escribir un cuento sobre una niña que quiere volar y nunca se rinde. - dijo mientras comenzaba a bocetar.

Su mamá, observando cómo su hija se sumergía en su propio mundo creativo, comentó:

- Eso es maravilloso, mi amor. Es increíble cómo te inspiras de la literatura para crear tus propias historias.

- Sí, mamita. Creo que todos deberíamos intentar seguir nuestros sueños, como el dragón. ¿Ya terminaste tu trabajo?

- ¡Casi! Pero estoy aquí, contigo, porque eso también es importante para mí. - contestó la mamá.

Y así, en un día que había comenzado como cualquier otro, Josefina descubrió no solo la magia de los libros, sino también el poder que tenía su voz al responder y expresarse.

A medida que el día se desvanecía, Josefina y su madre volvieron a casa llenas de nuevas ideas. Cuando llegaron, Josefina se sintió inspirada para terminar su cuento y compartirlo. En ese momento, comprendió que cada respuesta, cada palabra, tenía el poder de crear su propio destino.

- ¡Mamá! ¡Mañana voy a seguir escribiendo! - gritó al entrar a su habitación.

Y su mamá, emocionada por la pasión de su hija, le dijo:

- ¡Yo estaré aquí para apoyarte en cada capítulo!

Así, Josefina aprendió que a veces, contestar a su mamá y expresar su opinión podía llevarla a aventuras inesperadas. Desde ese día, cada vez que tenía la oportunidad de compartir sus pensamientos o ideas, lo hacía con confianza, recordando siempre que su voz era valiosa.

FIN.

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