Juan, Anto y el valor de la tolerancia


En un pequeño pueblo argentino, vivían dos amigos llamados Juan y Anto. Juan era un niño muy alto con cabello castaño, mientras que Anto era un niño bajito y muy risueño.

A pesar de sus diferencias físicas, eran inseparables y compartían una gran amistad. Un día, mientras jugaban en el parque, se encontraron con un nuevo niño llamado Martín. Martín era diferente a ellos, tenía una discapacidad que lo obligaba a moverse en silla de ruedas.

Al principio, Juan y Anto no sabían cómo reaccionar, pero decidieron acercarse para conocerlo. - ¡Hola! ¿Cómo te llamas? - dijo Anto con una sonrisa. Martín respondió con entusiasmo y pronto los tres niños comenzaron a jugar juntos.

Sin embargo, no todos en el pueblo compartían la actitud abierta de Juan y Anto. Algunos niños se burlaban de Martín y lo excluían de los juegos. Juan y Anto se dieron cuenta de esto y decidieron defender a su nuevo amigo.

- No es justo que lo traten así, Martín es genial y se merece respeto - dijo Juan con determinación.

Los dos amigos comenzaron a hablar con los otros niños, explicándoles que la discapacidad de Martín no lo hacía diferente en lo que realmente importaba. Poco a poco, lograron que los demás niños cambiaran su actitud y aceptaran a Martín. Con el tiempo, Martín se convirtió en un miembro más del grupo, y todos disfrutaban de su compañía.

Esta experiencia enseñó a Juan y Anto la importancia de la tolerancia y el respeto hacia las diferencias. Aprendieron a valorar a las personas por lo que son en su interior, sin importar su aspecto o habilidades.

Y desde aquel día, los tres amigos demostraron que la verdadera amistad va más allá de las apariencias. Juntos, siguieron creando momentos inolvidables en los que nunca faltó el respeto y la tolerancia.

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