Juan David y el Valor del Conocimiento



Era un día soleado en la escuela primaria "Los Arbolitos", y Juan David, un chico amable y estudioso, se preparaba para su clase de matemáticas. Le encantaba aprender y siempre levantaba la mano para participar en las discusiones. Pero había algo que lo preocupaba: algunos de sus compañeros lo molestaban solo porque era diferente.

Un día, mientras Juan David explicaba cómo resolver un problema de multiplicación, escuchó una risa detrás de él. Era Lucas, el más grande de los chicos del aula, que siempre se reía de sus esfuerzos.

"Mirá al nerd ese, siempre con su mano levantada. ¿Por qué no te vas a jugar, estudioso?" - se burló Lucas, riéndose con sus amigos.

Juan David se sintió un poco triste, pero decidió ignorar el comentario y seguir participando. Sin embargo, la situación empezó a complicarse y cada vez que Juan David tenía una buena idea o respondía correctamente, la burla crecía.

Un día, la profesora Carolina, que había notado la situación, decidió hacer algo. Reunió a todos los chicos y les propuso un desafío educativo: un concurso de conocimientos donde todos podrían participar.

"Así que, chicos, la próxima semana haremos un concurso de trivia, ¡y el equipo ganador tendrá una fiesta especial!" - anunció la profesora con entusiasmo.

Juan David se emocionó con la idea. Sin embargo, Lucas y su grupo apenas mostraron interés.

"Esto va a ser un juego de nerds. Yo no voy a perder mi tiempo en eso" - comentó Lucas, cruzándose de brazos.

Al día siguiente, Juan David decidió formar un equipo. Había algunos chicos que, aunque no eran amigos cercanos, aceptaron participar. Eran Sofía, que siempre había sido buena en ciencias, y Mateo, un gran amante de la historia.

Los tres se juntaron durante el recreo para prepararse. Pero no tardaron en darse cuenta de que Lucas había decidido hacer su propio equipo, y estaban decididos a ganar la competencia a toda costa. Juan David sintió un nudo en el estómago, pero también sabía que tenía que dar lo mejor de sí.

Con la ayuda de sus nuevos amigos, Juan David comenzó a estudiar con más dedicación. Se reunían en la biblioteca después de clases. Pasaban horas aprendiendo sobre diferentes temas, compartiendo ideas, y lo más importante, pasándola bien juntos.

Una tarde, mientras revisaban las preguntas del concurso, Sofía se dio cuenta de que tenían una debilidad en matemáticas.

"Juan David, vos sos el mejor en esto. ¿Podés ayudarnos?" - le preguntó, y él aceptó encantado.

A medida que se acercaba el gran día, Lucas seguía atormentando a Juan David. Pero sus nuevos amigos le recordaban que lo importante no era ganar, sino aprender y disfrutar.

Finalmente, llegó el día del concurso. Todos los alumnos estaban ansiosos. La profesora Carolina presentó las reglas y comenzó con las preguntas. El ambiente estaba lleno de risas y nervios.

Juan David y su equipo empezaron bien, respondiendo correctamente a la primera ronda. Sin embargo, cuando llegó la pregunta de matemáticas, el momento de la verdad, Juan David sentía que todo dependía de él. Cuando Lucas lanzó una mirada despectiva hacia él, Juan David respiró hondo y se concentró.

Con claridad y confianza, respondió a la pregunta, y todo el aula estalló en aplausos. Maya, una compañera que solía burlarse de él, gritó:

"¡Vamos, Juan David! ¡Sabés mucho!"

A medida que avanzaba el concurso, Juan David se dio cuenta de que, aunque Lucas lideraba, su equipo anotaba puntos también, gracias al trabajo en equipo. En ese momento, comprendió que lo más importante no era solo ganar, sino todos esos momentos de compañerismo que había compartido.

El concurso terminó y los resultados se anunciaron. Lucas y su equipo fueron los ganadores, pero el esfuerzo de Juan David y su grupo, quedó claro, todos habían aprendido. La profesora Carolina sonrió y dijo:

"Hoy todos han demostrado que aprender es el verdadero triunfo. ¡Y quiero que todos celebren juntos!"

Los compañeros de Juan David, incluso Lucas, se unieron para celebrar. En medio de risas y juegos, Lucas se acercó a Juan David.

"Che, Juan, la verdad es que te admiro por estudiar tanto. Si querés, me puedo unir a tu grupo la próxima vez. Nunca es tarde para aprender, ¿no?" - dijo con algo de humildad.

Juan David sonrió, sintiéndose victorioso no solo por el concurso, sino porque había logrado abrir una puerta a la amistad.

"Claro, Lucas, ¡sería genial! En equipo podemos aprender más y divertirnos. Todos somos diferentes y eso está bien."

Desde ese día, Juan David, Lucas, Sofía y Mateo formaron un nuevo grupo de estudio y se disfrutaron unos a otros mientras aprendían. Juan David aprendió que ser un buen estudiante no solo significaba obtener buenas notas, sino también ayudar a otros, hacer amigos y disfrutar del viaje del aprendizaje.

Y así, en la escuela "Los Arbolitos", la risa y el conocimiento comenzaron a caminar de la mano, demostrando que ser un buen estudiante es motivo de alegría y unión.

FIN.

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