Juan, el Policía de la Ciudad



Era un soleado día de primavera en la pequeña ciudad de Villa Esperanza. Los niños jugaban en el parque, los pájaros cantaban, y todos se sentían felices. Entre ellos, un grupo de amigos, Lucía, Tomás y Mateo, hablaban sobre su héroe favorito: Juan, el policía de su barrio.

"A mí me encanta Juan porque siempre nos saluda y nos cuida cuando cruzamos la calle", dijo Lucía con una gran sonrisa.

"Sí! Y siempre nos explica cómo debemos ir en bicicleta sin hacer locuras", agregó Tomás.

"Y no solo eso, también se preocupa por los animales. Ayer rescató un gatito que estaba atrapado en un árbol", comentó Mateo, emocionado.

Los tres amigos admiraban tanto a Juan que decidieron hacer algo especial para demostrarle su aprecio. Entonces, se les ocurrió hacer una tarjeta gigante llena de dibujos y mensajes de agradecimiento.

Durante la tarde, se reunieron en la casa de Mateo y comenzaron a trabajar en su proyecto. Mientras dibujaban, escucharon una sirena que sonaba más fuerte que nunca.

"¡Es Juan!", gritaron al unísono y decidieron salir a la calle para verlo.

Cuando salieron, Juan estaba hablando con un grupo de niños que había visto jugando cerca de la calle. Les explicaba cómo debían mantenerse seguros y no jugar cerca del tráfico.

"¡Hola, chicos! ¿Cómo están hoy?", saludó Juan con una sonrisa.

"¡Hola, Juan! Estamos haciendo una sorpresa para vos!", dijo Lucía, nerviosa pero emocionada.

"¿De verdad? ¿Qué están planeando?", preguntó Juan, intrigado.

Los tres amigos le contaron sobre la tarjeta que estaban creando y Juan se mostró muy agradecido.

"Eso es muy lindo de su parte, chicos. Yo hago mi trabajo porque me importa la seguridad de todos ustedes. ¡Siempre deben recordar que ustedes también pueden ayudar a los demás!", dijo Juan.

Pero en ese momento, un pequeño perro comenzó a correr descontroladamente por la calle. Todos quedaron en silencio, mirando cómo el perro se acercaba a la carretera. Juan, al ver esto, se lanzó rápidamente hacia el canino.

"¡No! ¡Es peligroso!", gritó Mateo, mientras sus amigos contenían la respiración.

Juan alcanzó al perro justo a tiempo y lo llevó hacia un lugar seguro, en el parque.

"¡Buen chico!", dijo Juan acariciando al perro, que movía la cola felizmente.

Los niños, con los corazones latiendo rápido, aplaudieron a Juan, quien había actuado con valentía y rapidez.

"Juan, ¡sos un verdadero héroe!", dijo Tomás con admiración.

"Sí, ¡gracias por cuidar a todos!", agregó Lucía.

Después de calmarse, los amigos decidieron que era el momento perfecto para entregarle la tarjeta a Juan. Estaban nerviosos, pero sabían que era importante honrar todo lo que hacía por la comunidad.

"¡Juan! Te queremos regalar esto como agradecimiento por todo lo que haces", dijeron al unísono, entregándole la tarjeta gigante.

Juan sonrió, conmovido.

"No hace falta, chicos. Su cariño y respeto son los mejores regalos. Pero les agradezco muchísimo. Ahora, ¿qué les parece si lo celebramos con un helado?", sugirió Juan, levantando la vista hacia la heladería cercana.

"¡Sí! ¡Esto es increíble!", gritaron los niños, saltando de alegría.

Y así, Juan llevó a los niños a la heladería, donde compartieron risas, historias, y se convirtieron en buenos amigos. A partir de ese día, Lucía, Tomás y Mateo aprendieron la importancia de ayudar a los demás y de respetar a quienes cuidan de nuestra comunidad. Y Juan, el policía, no sólo se convirtió en un héroe para ellos, sino también en un gran amigo.

Como toda buena historia, esta también tenía una lección: la amistad y el respeto son fundamentales. Siempre debemos cuidar de los demás, así como Juan cuida de todos en Villa Esperanza.

FIN.

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