Juan y el dragón de tres cabezas


Había una vez un valiente soldado llamado Juan que vivía en la ciudad. Siempre había soñado con ser un héroe y salvar a su pueblo de cualquier peligro.

Un día, mientras caminaba por las calles de la ciudad, escuchó un fuerte rugido que venía del centro.

Corrió hacia allí y se encontró con lo que nunca había imaginado: ¡un dragón de tres cabezas estaba causando estragos en la ciudad! La gente corría asustada, los edificios se derrumbaban y el fuego ardía por todas partes. Juan sabía que debía hacer algo para detener al monstruo antes de que fuera demasiado tarde. Así que tomó su espada y escudo y corrió hacia el dragón.

-¡Alto ahí, bestia! -gritó Juan mientras se acercaba al dragón-. No permitiré que sigas dañando nuestra ciudad. El dragón lanzó una llamarada de fuego hacia Juan, pero este logró saltar a tiempo para evitarla.

Luego comenzaron una intensa batalla entre el soldado y el dragón. La lucha era difícil ya que cada cabeza del dragón tenía habilidades diferentes: una lanzaba fuego, otra hielo y la tercera ácido.

Pero Juan no se rindió ante los desafíos; esquivaba con agilidad las llamas del fuego, saltaba sobre los charcos de hielo y evitaba ser alcanzado por el ácido. Después de mucho esfuerzo, finalmente logró derrotar al dragón. El monstruo cayó al suelo vencido por las heridas infligidas por la espada de Juan.

La gente de la ciudad se acercó a felicitar al valiente soldado por su hazaña. Le dieron las gracias y lo llamaron "el héroe de la ciudad".

Juan estaba muy feliz, pero sabía que debía seguir entrenando para estar preparado ante cualquier peligro futuro. Así, el soldado Juan se convirtió en un ejemplo de coraje y valentía para todos los habitantes de la ciudad.

Y cuando alguien necesitaba ayuda, siempre recordaban cómo Juan había vencido al dragón de tres cabezas y se animaban a enfrentar sus propios miedos.

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