Juan y el hada de la Luna
Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, un niño llamado Juan. Juan era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir.
Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, escuchó a lo lejos una melodía muy hermosa que lo atrajo hacia el bosque cercano. Intrigado por la música, Juan decidió adentrarse en el bosque a pesar de las advertencias de sus amigos.
Mientras caminaba entre los árboles, se encontró con una hada mágica que brillaba con luz propia. "Hola, pequeño explorador. Mi nombre es Luna y soy la guardiana de este bosque encantado", dijo el hada con voz suave.
Juan quedó asombrado por la presencia del hada y le preguntó emocionado: "¿Por qué brillas tanto? ¿Cómo haces para ser tan mágica?". Luna sonrió y respondió: "Brillo porque llevo en mi corazón el amor por la naturaleza y todas las criaturas que habitan en ella.
La magia está en cada uno de nosotros, solo debes aprender a verla". El hada invitó a Juan a seguirla por un sendero lleno de flores multicolores y mariposas danzantes.
Durante el recorrido, Luna le enseñó al niño la importancia de respetar y cuidar el medio ambiente, así como también a valorar la amistad y la bondad hacia los demás seres vivos.
De repente, llegaron a un claro donde se encontraba un árbol gigante con hojas doradas que brillaban como el sol. Bajo su sombra, había una mesa adornada con frutas exquisitas y agua fresca. "Este es el Árbol de la Sabiduría", explicó Luna. "Aquí podrás hacer tres preguntas que desees saber sobre ti mismo".
Juan pensó detenidamente antes de formular su primera pregunta: "¿Cuál es mi propósito en la vida?". El árbol susurró una respuesta al oído del niño, quien sonrió satisfecho con lo que escuchaba.
Para su segunda pregunta, Juan quiso saber: "¿Cómo puedo hacer feliz a los demás?". El Árbol de la Sabiduría compartió con él consejos valiosos sobre cómo alegrar el corazón de quienes lo rodeaban.
Finalmente, para su tercera pregunta, Juan preguntó emocionado: "¿Cómo puedo seguir aprendiendo cada día más?". El árbol le reveló secretos ancestrales sobre el poder del conocimiento y la importancia de nunca dejar de crecer como persona.
Al terminar las respuestas del Árbol de la Sabiduría, Luna miró a Juan con cariño y le dijo: "Recuerda siempre estas enseñanzas y llévalas contigo a donde vayas. Tu nombre significa "regalo divino" porque eres único e irrepetible; tu misión es compartir tu luz interior con el mundo".
Juan regresó al pueblo transformado por esa experiencia mágica junto al hada Luna y el Árbol de la Sabiduría.
Desde ese día en adelante, se dedicó a cuidar del medio ambiente, ayudar a los demás y nunca dejó de aprender algo nuevo cada jornada. Y así fue como Juan descubrió que dentro suyo habitaba un tesoro invaluable capaz de cambiar su vida para siempre.
FIN.