Juan y el Jardín de Sueños
Había una vez un niño llamado Juan que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y flores. Juan era un niño muy curioso que siempre estaba deseoso de conocer más sobre el mundo y, sobre todo, sobre las plantas. Un día, mientras exploraba su jardín, encontró una pequeña semilla brillante escondida entre las hojas.
- ¿Qué será esto? - se preguntó Juan, observando la semilla con gran interés.
Decidió plantarla en un rincón especial de su jardín, lo abrigó bien con tierra, y la regó todos los días. Su abuela, que pasaba por allí, lo vio y le sonrió.
- Juan, eso es una semilla mágica. Dicen que si la cuidas con amor, te sorprenderá.
Juan estaba emocionado, pero también un poco escéptico. Sin embargo, se comprometió a cuidar su jardín y esa semilla en particular. Pasaron los días, y Juan se aseguraba de regar la semilla, cantarles a las flores y hablarles de sus sueños.
Un día, cuando Juan volvió de la escuela, notó algo sorprendente. Su semilla había crecido en una planta hermosa con flores de colores vibrantes.
- ¡Mirá, abuela! ¡Una planta espectacular! - gritóJuan.
- Sí, querido. Pero creo que hay algo más en ese jardín - respondió su abuela.
Intrigado, Juan decidió investigar. Cada noche, justo antes de acostarse, iba a su jardín y se aseguraba de que la planta estuviera bien cuidada. Una noche, encontró algo extraordinario: la planta comenzó a brillar intensamente y de repente, una pequeña criatura apareció. Era un hada.
- ¡Hola, Juan! Soy Lira, el hada del jardín. Gracias por cuidar de mi planta. Ella te ha elegido porque tienes un gran corazón.
Juan, sorprendido pero feliz, le preguntó:
- ¿Qué puedo hacer para ayudarte?
- Esta planta tiene el poder de hacer crecer no solo flores, sino también sueños. Pero necesita tu ayuda para prosperar. Cada vez que desees algo, debes ayudar a alguien más primero - explicó Lira.
Desde ese momento, Juan se dedicó a ayudar a sus amigos y vecinos en el pueblo. ayudó a un anciano a cruzar la calle, ayudó a una niña a encontrar su perrito perdido y compartió su merienda con un amigo que no tenía nada que comer.
Un día, sin embargo, Juan se sintió cansado. Había estado ayudando a todos, pero parecía que sus propios sueños no se estaban haciendo realidad, así que empezó a dudar.
- Lira, ¿por qué mis sueños no se cumplen?
- Porque aún no te has permitido soñar por ti mismo, Juan. A veces, para alcanzar nuestros sueños, necesitamos dar espacio a nuestros propios deseos.
Juan pensó en eso y decidió que era hora de hacer una lista de sus sueños. Empezó a escribir:
- Viajar a lugares lejanos.
- Hacer un amigo nuevo.
- Aprender a tocar la guitarra.
Con cada deseo, sentía que la planta brillaba un poco más. Entonces, decidió dedicar un tiempo también para sí mismo.
Así, Juan comenzó a aprender a tocar la guitarra, e incluso invitó a sus amigos a unirse a él. En poco tiempo, su jardín se llenó de música y risas. Y lo que es más, cada vez que ayudaba a otros, veía que sus propios sueños comenzaban a hacerse realidad.
Uno de los días más emocionantes fue cuando todos decidieron hacer un pequeño festival en el pueblo para celebrar la música y la amistad. Estaba tan feliz de ver a todos disfrutar.
- ¡Mirá, Lira, nuestros sueños se están cumpliendo! - exclamó Juan.
- Claro que sí, Juan. Has aprendido lo importante que es ayudar a los demás, pero también lo es cuidar de tus propios deseos - respondió el hada con una sonrisa.
Cuando el festival terminó, Juan miró su jardín y vio que estaba más hermoso que nunca. Entendió que la felicidad se encontraba en la combinación de dar y recibir, en ayudar a los demás, y también en hacer espacio para lo que deseamos.
Desde entonces, Juan continuó cuidando su jardín y a sus amigos, haciendo realidad sus sueños mientras hacía sonreír a los demás. Y así, el Jardín de Sueños de Juan seguirá floreciendo, lleno de colores, risas y magia.
FIN.