Juan y el perro tricéfalo
Había una vez un chico llamado Juan, quien era muy curioso y siempre salía a explorar el vecindario.
Un día, mientras caminaba por la calle, vio algo que lo dejó atónito: ¡un enorme perro de tres cabezas! Juan nunca había visto algo así antes y se asustó tanto que se desmayó en el acto. Cuando despertó, estaba en su casa con su mamá a su lado. "¿Qué pasó?" preguntó Juan confundido.
Su mamá le explicó que lo encontraron desmayado en la calle y lo trajeron de vuelta a casa. Juan no podía dejar de pensar en el perro de tres cabezas.
¿Era real o solo su imaginación? Decidió investigar más al respecto y preguntarle a sus amigos del vecindario si habían visto algo similar. "¡Sí! Yo también lo vi", dijo su amigo Tomás. "Yo también", agregó Sofía. Juan se dio cuenta de que no estaba solo y decidió averiguar más sobre este extraño animal.
Investigando en internet descubrió que se trataba del mitológico Cerbero, un perro guardián del inframundo griego. Con esta información, Juan decidió enfrentar sus miedos y salir a buscar al Cerbero para verlo con sus propios ojos.
Con la ayuda de sus amigos, prepararon una estrategia para acercarse al animal sin correr peligro. Una vez frente al Cerbero, todos estaban temblando pero decididos a verlo bien.
Sin embargo, cuando llegaron allí descubrieron que todo había sido una ilusión óptica causada por las sombras proyectadas por unos árboles en el lugar donde estaba el perro. "¡No puedo creer que nos hayamos asustado tanto por algo tan simple!" exclamó Juan.
Todos se rieron y aprendieron una valiosa lección: a veces nuestros miedos son solo ilusiones creadas por nuestra propia mente. No debemos dejar que nos detengan y siempre debemos enfrentarlos para descubrir la verdad detrás de ellos.
A partir de ese día, Juan ya no temía salir a explorar el vecindario y se convirtió en un experto investigador, siempre dispuesto a enfrentar cualquier reto que se le presentara.
FIN.