Juan y la Cuerda Mágica
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Saltarina, un niño llamado Juan. Juan era un niño alegre, curioso y muy travieso. Le encantaba jugar al aire libre con sus amigos y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras paseaba por el bosque cercano al pueblo, Juan encontró una cuerda mágica brillante que estaba atada a dos árboles. Intrigado, decidió acercarse y tocarla.
En ese momento, la cuerda comenzó a brillar aún más y de repente cobró vida. "¡Hola Juan! Soy la Cuerda Mágica y estoy aquí para concederte un deseo especial", dijo la cuerda con una voz suave y melodiosa. Juan no podía creer lo que estaba viendo.
Estaba emocionado y no sabía qué pedir como deseo. Después de pensarlo un poco, decidió pedir algo que siempre había soñado: ser el mejor saltarín del mundo. La Cuerda Mágica sonrió y asintió con alegría antes de comenzar a brillar intensamente.
En ese momento, envolvió a Juan en una luz brillante y lo transportó a un lugar mágico lleno de colores y música. Cuando Juan abrió los ojos, se encontraba en medio de un gran escenario rodeado de personas aplaudiendo y vitoreando.
Frente a él había una cuerda para saltar esperando ser desafiada. Sin dudarlo, Juan agarró la cuerda e empezó a saltar como nunca antes lo había hecho. Realizaba piruetas increíbles, saltos altísimos e incluso giros impresionantes.
La multitud estaba asombrada por su destreza y habilidad para saltar la cuerda. Después de su increíble presentación, la Cuerda Mágica apareció frente a él nuevamente.
"¡Lo has logrado! Eres oficialmente el mejor saltarín del mundo", exclamó la Cuerda Mágica con orgullo. Juan estaba radiante de felicidad. Había cumplido su sueño gracias a la magia de la Cuerda Mágica.
Sin embargo, en ese momento recordó algo importante: quería compartir su talento con todos los niños del mundo para inspirarlos a perseguir sus propios sueños. Decidió pedirle otro deseo a la Cuerda Mágica: regresar al pueblo para enseñarles a sus amigos cómo saltar la cuerda como todo un campeón. La Cuerda Mágica sonrió ante tan noble deseo y accedió encantada.
En cuestión de segundos, Juan volvió al pueblo junto con la Cuerda Mágica para compartir su talento con todos los niños del lugar.
Desde ese día en adelante, Juan se convirtió en el entrenador estrella del equipo local de salto de cuerda. Todos los niños aprendieron sus técnicas especiales y juntos participaron en competencias donde demostraron que con esfuerzo, dedicación y trabajo en equipo se pueden alcanzar grandes cosas.
Y así fue como gracias a su valentía, constancia e ilusión, JUAN SALTA LA CUERDA MAGICA se convirtió no solo en el mejor saltarin si no también, en ejemplo e inspiración para todos los habitantes del pueblo.
FIN.