Juan y la Gran Aventura de la Curiosidad
Había una vez un niño llamado Juan, que tenía 5 años, vivía con sus padres y su hermana pequeña, Sofía. Juan era un niño muy curioso. Siempre hacía preguntas sobre todo lo que veía a su alrededor. Un día, mientras jugaban en el jardín, Juan se detuvo y miró a su hermana con atención.
"Mamá, ¿por qué las nenas y los nenes tienen cuerpos diferentes?" - preguntó Juan, un poco confundido.
La mamá de Juan sonrió, sabía que esta pregunta llegaría en algún momento.
"Bueno, Juan, las nenas y los nenes tienen diferencias, pero lo importante es que todos somos únicos y especiales a nuestra manera. ¿Te gustaría aprender más sobre ello?" - respondió su mamá.
Juan asintió con entusiasmo.
"Sí, por favor, mami!"
"Perfecto, hoy vamos a hacer una aventura de curiosidad. ¿Qué te parece?" - sugirió su mamá, animada.
"¡Me encanta la idea!" - gritó Juan, saltando de alegría.
Así que decidieron hacer un recorrido por su barrio. Primero, visitaron la casa de su amiga Valentina. Ella estaba jugando a la pelota en el parque.
"Hola, Valentina!" - saludó Juan. "¿Me puedes contar algo sobre por qué eres diferente a mí?"
"¡Claro que sí, Juan!" - dijo Valentina, emocionada. "Soy diferente porque soy una nena, pero eso no significa que no me guste jugar a la pelota como a vos. Lo importante es que cada uno elige lo que le gusta hacer, sin importar si somos nene o nena".
Juan se quedó pensando.
"Es verdad, a mí también me encanta la pelota".
"Exacto! Cuantas más cosas hacemos juntos, más aprendemos" - respondió ella.
Con una nueva perspectiva, Juan siguió su aventura junto a su mamá. Luego, visitaron a su amigo Lucas, quien estaba haciendo una manualidad con su papá.
"Hola, Lucas!" - dijo Juan.
"Hola, Juan! ¿De qué hablás?" - preguntó Lucas, intrigado.
"Le estaba preguntando a mi mamá sobre las diferencias entre nenas y nenes. ¿Vos qué pensás?"
"Bueno, para mí no importa si somos nene o nena. Lo que importa es que compartamos tiempo juntos y aprendamos los unos de los otros. Mira, estoy haciendo un modelo de cohete, ¿querés ayudarme?" - invitó Lucas.
A Juan le brillaron los ojos.
"¡Sí, sí!" - exclamó.
"Cuando terminemos, podemos jugar con el cohete y ver quién vuela más alto" - agregó Lucas con una sonrisa.
Después de pasar un rato armando el cohete, Juan comprendió que las diferencias no eran obstáculos, sino oportunidades de aprender y divertirse juntos.
Al volver a casa, Juan sentía que había aprendido tanto.
"Mamá, entendí que ser nene o nena está bien, lo que importa es ser nosotros mismos y compartir nuestras aventuras" - contó Juan entusiasmado.
"Exactamente, Juan. Cada uno de nosotros aporta algo especial al mundo, y eso es lo que nos hace únicos" - respondió su mamá, dándole un abrazo.
Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Juan se sintió feliz de ser un niño curioso. Era cierto que tenía preguntas y aún habría muchas más por hacer, pero sabía que cada respuesta abriría la puerta a nuevas aventuras y amistades. Abrazó su almohada y soñó con las posibilidades del mañana.
Y así, la curiosidad de un niño lo llevó a comprender que, al final del día, todos somos diferentes, pero eso es lo que nos hace tan especiales juntos.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.