Juan y la Gran Ballena



Era un hermoso día soleado y, como todos los veranos, Juan, un niño entusiasta y juguetón de diez años, estaba en un barco con su familia. Mientras todos disfrutaban de la brisa marina, Juan, con su espíritu aventurero, decidió acercarse al borde de la popa para lanzar un pequeño ancla que había fabricado con materiales reciclados.

"- ¡Mirá, mamá! ¡Voy a lanzar el ancla al agua!" - gritó Juan con entusiasmo.

Su madre, que lo observaba a unos pasos, le advirtió:

"- ¡Juan, ten cuidado! No te acerques tanto al borde."

Pero Juan estaba tan emocionado que no escuchó el aviso. Al lanzar el ancla, se inclinó un poco más de la cuenta y, ¡zap! Se cayó al agua. De repente, el azul profundo lo envolvió y la superficie se alejó rápidamente. Juan se sumergió más y más, visualize a su pez dorado de juguete que siempre lo acompañaba en sus aventuras.

"- ¡Ayuda!" - gritó Juan mientras se debatía entre el miedo y la sorpresa al ver que no podía subir a la superficie.

En ese momento, apareció una majestuosa ballena que nadaba cerca de allí. Con su gran cuerpo y mirada sabia, se acercó a Juan.

"- No te preocupes, pequeño, yo te ayudaré. Eres muy valiente, pero necesitas ser más cuidadoso. ¿Te parece que te lleve a la superficie?" - dijo la ballena con una voz profunda y melodiosa.

"- ¡Sí, por favor!" - respondió Juan, aliviado de encontrar a alguien que lo ayudara.

La ballena abrió su enorme boca y, con suavidad, tragó a Juan para llevarlo más cerca de la superficie. Mientras navegaban juntos por el océano profundo, Juan sintió una mezcla de miedo y asombro.

"- ¿Por qué jugabas tan cerca del borde?" - preguntó la ballena mientras nadaba rápidamente.

"- Solo quería divertirme. Siempre me dicen que tengo que ser más cuidadoso, pero a veces me dejo llevar por la emoción" - contestó Juan, sintiendo que la ballena lo miraba con comprensión.

Finalmente, la ballena lo llevó a la orilla y, aunque había pasado un buen rato bajo el agua, un grupo de familiares lo estaba buscando con preocupación.

"- ¡Juan! ¡Estás a salvo!" - gritaron sus padres al verlo regresar.

Juan, todavía aturdido pero agradecido, volvió a mirar a la ballena.

"- ¡Gracias, gran ballena! No sé qué habría hecho sin ti." - dijo Juan con sinceridad.

"- Recuerda siempre ser cuidadoso y escuchar a quienes se preocupan por ti. La seguridad es muy importante, y la diversión también puede esperar un poco cuando se trata de cuidarse" - respondió la ballena antes de sumergirse nuevamente en el mar.

A partir de ese día, Juan nunca olvidó la lección que aprendió mientras navegaba con la ballena. Ya no se acercaba al borde del barco sin mirar dos veces. Y aunque seguía disfrutando de sus aventuras, lo hacía con más precaución, siempre recordando la voz sabia de su amiga del océano.

"- ¡Voy a ser más cuidadoso siempre!" - prometió Juan mientras jugueteaba en la playa con sus amigos, contento de estar a salvo y lleno de nuevas historias por contar.

FIN.

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