Juan y la luz de los cielos



Juan era un chico de 13 años que vivía en el campo con sus padres. Desde pequeño, había aprendido a trabajar duro en las tareas del campo junto a su padre.

A pesar de que le gustaba ayudar, a veces se sentía triste al ver cómo sus amigos iban al colegio y él no podía acompañarlos porque debía ayudar en casa.

Un día, mientras Juan estaba arando la tierra con su padre, llegó un auto hasta la entrada de su casa. Era su padrino, quien venía de visita. Sorprendido, Juan corrió hacia él y lo abrazó con fuerza. "¡Hola padrino! ¿Qué haces por acá?" -preguntó Juan emocionado.

Su padrino lo miró con cariño y le dijo: "He venido a visitarte y también a hacerte una invitación especial". Juan levantó las cejas intrigado: "¿Una invitación especial? ¡Cuéntame más!". Su padrino sonrió y sacó unas entradas del bolsillo.

Eran para un espectáculo de fuegos artificiales que se realizaría esa misma noche en la ciudad cercana. "¡Vamos a ver los fuegos artificiales juntos! Será una experiencia increíble para ti", dijo el padrino emocionado.

Juan nunca había visto fuegos artificiales en persona, solo los había visto en películas o fotos. La emoción invadió su corazón y sus ojos brillaron de alegría. Esa noche, después de cenar, Juan y su padrino partieron hacia la ciudad.

El camino estaba iluminado por las estrellas y el aire fresco les acariciaba el rostro mientras avanzaban hacia el lugar donde se realizaría el espectáculo. Al llegar, Juan quedó maravillado al ver tantos colores brillantes iluminando el cielo oscuro.

Los fuegos artificiales explotaban formando figuras hermosas que dibujaban sonrisas en los rostros de todos los presentes. "¡Es increíble!", exclamaba Juan sin poder apartar la vista del cielo lleno de luces danzantes. Su padrino lo observaba con ternura, feliz de poder compartir ese momento especial con él.

En ese instante, Juan comprendió que hay experiencias únicas e inolvidables que solo pueden disfrutarse si nos permitimos salir de nuestra rutina y explorar nuevos horizontes.

Después del espectáculo, ya de regreso en casa, Juan abrazó a su padrino con gratitud: "Gracias por llevarme a ver los fuegos artificiales. Ha sido una experiencia maravillosa que nunca olvidaré". Su padrino le dio un fuerte abrazo y le dijo: "Siempre recuerda que hay un mundo lleno de sorpresas esperando ser descubierto.

No tengas miedo de explorarlo y aprender cosas nuevas".

Desde aquel día, Juan siguió ayudando en las labores del campo junto a su padre pero ahora también encontraba tiempo para estudiar y soñar con nuevos horizontes llenos de colores brillantes como los fuegos artificiales que había visto aquella noche inolvidable.

FIN.

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