Juan y la Momia Encerrada
Era un día normal en el colegio de Juan, un niño curioso y aventurero de diez años. Mientras exploraba el viejo sótano del edificio, se encontró con una puerta entreabierta. La curiosidad lo llevó a asomarse y, para su sorpresa, encontró a una momia, envuelta en vendajes antiguos, atrapada en una habitación polvorienta.
- ¡Hola! - dijo Juan, sorprendido.
La momia se movió lentamente y, al escuchar la voz de Juan, respiró un aire polvoriento, como si hubiera despertado de un largo sueño.
- ¡Oh, un niño! - exclamó la momia, su voz era profunda y resonante. - Me llamo Anubis. ¿Cómo llegaste aquí?
Juan, atónito pero emocionado, le respondió:
- Soy Juan. Vine a explorar el sótano. Pero... ¿estás atrapado? ¿Cómo podrías haber quedado encerrado aquí?
- Hace miles de años, fui un guardián de las urnas sagradas - contó Anubis con un tono melancólico. - Pero a mis enemigos no les gustaba mi deber. Me encerraron aquí y perdí la esperanza de ser libre alguna vez.
Juan sintió una mezcla de miedo y compasión. Pensó que debía ayudar a Anubis a salir de allí, pero primero quería saber más.
- ¿Por qué es tan importante tu libertad? - preguntó Juan.
- Sin mí, mis conocimientos e historias se han perdido con el tiempo. Llevo siglos perdido en la oscuridad. Toda mi vida he deseo compartir lo que sé sobre el pasado - respondió Anubis.
Juan, intrigado, le propuso:
- ¿Y si encontramos la manera de liberar tu espíritu y compartir esas historias con los demás? Tal vez, con tu ayuda, podamos aprender algo increíble sobre la historia.
La momia sonrió, lo que Juan pensó que era una sonrisa. - Eso sería grandioso, pequeño amigo. Pero antes, deberíamos encontrar la llave de esta prisión.
A medida que Juan y Anubis hablaban, una chispa de esperanza prendió en el corazón de Juan. No era solo una momia. Era un guardián, un tesoro viviente de conocimiento, y quería ayudarlo.
- ¿Dónde creen que puede estar la llave? - preguntó Juan, entusiasmado.
Anubis reflexionó.
- Quizás en la biblioteca. Ahí guardan muchas cosas antiguas que podrían tener sentido.
Sin pensarlo dos veces, Juan decidió ir a buscar la llave y, con su decisión, comenzó una aventura inesperada. Se dirigió a la biblioteca del colegio, donde las estanterías estaban llenas de libros sobre historia y culturas del mundo.
Mientras buscaban, Juan vio un libro muy polvoriento sobre Egipto.
- ¡Mira! - gritó Juan. - Este libro dice que las llaves se guardan junto a los textos sagrados y las historias olvidadas.
Anubis hizo un gesto de asentimiento, mientras Juan hojeaba las páginas.
- ¡Aquí está! - exclamó Juan, encontrando un dibujo de una llave y una advertencia sobre su valor.
- Ahora, tenemos que encontrar ese lugar - dijo Anubis. - Pero ten cuidado, no todos están dispuestos a compartir nuestra visión.
Juan se sintió valiente. Con la guía de Anubis, sabía que podían lograrlo. Juntos, regresaron al sótano, donde la momia estaba encerrada.
Pero algo inesperado sucedió. Al llegar, encontraron que un grupo de otros niños estaba allí, burlándose de la situación.
- ¡Mirá al chico raro hablando con una momia! - se reía un niño.
Juan respiró hondo, sintiéndose abrumado.
- ¡No! Esto es algo grandioso. ¡Anubis tiene historias que contar - gritó con valentía. - Él es un guardián del pasado!
Los otros niños se detuvieron y comenzaron a escuchar. Al ver que Juan defendía a Anubis, se dieron cuenta de que había algo especial en esa historia.
- Sobre lo que yo sabía, quiero que también lo sepan - dijo Anubis, hablando ahora a todos los niños. - Hay tanto que podemos aprender del pasado, de la historia que nos une a todos.
El tono de su voz hizo que los otros niños prestaran atención. Juan sentía que, de alguna manera, estaban creando una conexión.
- Yo podría ser una parte de sus juegos, o mejor aún, de sus aventuras en el aprendizaje - dijo Anubis sonriendo. -
Al final, con la ayuda de todos los niños, encontraron la llave dibujada en el libro y unieron esfuerzos para abrir la puerta. Cuando la puerta se abrió, una luz brillante iluminó la habitación, llenando el sótano de un aire fresco y nuevo.
- ¡Lo lograste, Juan! - gritó Anubis, lleno de alegría.
Y así, Anubis no solo fue liberado de su prisión, sino que se convirtió en un amigo de Juan y en un gran maestro de historia. Los niños, atentos, ya no se burlaban. Ahora estaban entusiasmados por aprender sobre antigüedades, aventuras egipcias y todo lo que el mundo tenía por ofrecer.
Desde ese día, el sótano del colegio se convirtió en un lugar especial donde la historia cobraba vida, llenando las mentes de los niños con escenas vibrantes, exploraciones de otras épocas y valores de amistad y colaboración. Juan aprendió que, con valentía y curiosidad, podía hacer la diferencia en su mundo, y Anubis demostró que cada uno tiene una historia que merece ser escuchada. Así, la momia dejó de ser un misterio encerrado, y se transformó en un símbolo de conocimiento y amistad para todos en el colegio.
FIN.