Juan y la Ovejita Valiente



Había una vez un niño llamado Juan que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos verdes. A Juan le encantaban las ovejas, siempre se sentía fascinado al verlas pastar y saltar por el campo.

Un día, mientras caminaba por el prado, encontró a una ovejita perdida. Tenía miedo y estaba solita, así que Juan decidió acercarse para ayudarla. La ovejita lo miró con sus grandes ojos y sintió confianza en él.

"Hola pequeña ovejita, ¿estás perdida?"- preguntó Juan con ternura. La ovejita baló tristemente y asintió con la cabeza. Parecía estar muy asustada y no sabía cómo volver a su rebaño. Juan pensó rápidamente en una solución.

"No te preocupes, yo te ayudaré a encontrar a tus amigos"- dijo decidido. Así comenzaron su aventura juntos. Caminaron por senderos desconocidos, atravesaron arroyos y subieron colinas empinadas. La ovejita seguía balando tristemente pero confiaba plenamente en Juan.

Después de mucho caminar, finalmente llegaron a un gran prado donde había muchas otras ovejas jugando felices. La ovejita reconoció inmediatamente a sus amigas y corrió emocionada hacia ellas. Juan sonrió al ver la alegría de la pequeña oveja al reunirse con su rebaño.

"Me alegra verte feliz"- dijo mientras acariciaba su lana esponjosa. De repente, apareció un granjero llamado Don Ramón, quien había estado buscando a su ovejita perdida. "¡Oh, gracias a Dios la encontré! ¡Llevaba horas buscándola!"- exclamó el granjero.

Juan se acercó al granjero y le explicó cómo había encontrado a la ovejita y cómo juntos habían logrado encontrar al rebaño. El granjero quedó impresionado por la valentía y bondad de Juan. "Eres un niño muy especial, Juan.

No todos estarían dispuestos a ayudar a una oveja perdida como lo has hecho tú"- dijo Don Ramón con admiración. A partir de ese día, Juan visitaba regularmente la granja de Don Ramón para jugar con las ovejas.

Aprendió mucho sobre cuidarlas y protegerlas. También aprendió que ser valiente y amable puede hacer una gran diferencia en el mundo.

Con el tiempo, Juan se convirtió en un defensor de los animales y trabajó duro para asegurarse de que todas las ovejas del pueblo estuvieran seguras y felices. Su amor por ellas se extendió más allá del campo y comenzó a enseñarles a otros niños sobre la importancia de respetar a los animales.

La historia de Juan se hizo famosa en todo el pueblo e inspiró a muchos niños a seguir su ejemplo. Gracias al valor y compasión de Juan, las ovejas vivieron vidas llenas de amor y protección.

Y así, Juan demostró que sin importar cuán pequeños sean nuestros actos, siempre podemos marcar una gran diferencia en el mundo si actuamos con amor y empatía hacia todos los seres vivos.

FIN.

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