Juan y los perritos mágicos
Había una vez un hombre llamado Juan que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos verdes. A Juan le encantaban los animales y siempre se preocupaba por su bienestar.
Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, escuchó unos pequeños lloriqueos provenientes de entre los árboles. Intrigado, Juan siguió el sonido hasta que encontró a tres perritos abandonados en una caja vieja. Estaban asustados y temblaban de frío.
Sin pensarlo dos veces, Juan decidió ayudarlos. "Pobrecitos, están tan indefensos", dijo Juan acariciando a uno de los cachorros. "No puedo dejarlos aquí solos". Juan tomó la caja con mucho cuidado y llevó a los perritos a su casa.
Les dio comida, agua caliente para calentar sus cuerpecitos y les construyó una casita cómoda en su jardín. Los días pasaron y los perritos comenzaron a confiar en Juan.
Le lamían las manos y saltaban emocionados cada vez que lo veían llegar del trabajo. Un día, mientras jugaba con ellos en el jardín, llegó una señora llamada Marta. Ella era la dueña del refugio local para animales abandonados. "Hola Juan", saludó Marta con una sonrisa.
"He oído hablar de tu generosidad al cuidar estos perritos abandonados". Juan asintió modestamente. "Me gustaría llevármelos al refugio", continuó Marta. "Allí estarán seguros y podrán encontrar hogares amorosos". Juan miró a los perritos y luego a Marta.
Sabía que ella tenía razón, pero no pudo evitar sentirse triste al pensar en separarse de ellos. "¿Puedo visitarlos en el refugio?", preguntó Juan con voz temblorosa. Marta sonrió comprensivamente. "Por supuesto, Juan", respondió. "Serás siempre bienvenido para ver cómo están".
Juan sabía que era lo correcto, así que llevó a los perritos al refugio. Allí, encontraron nuevos amigos animals y pronto fueron adoptados por familias amorosas.
Pasaron varios meses desde la partida de los perritos y una tarde soleada, mientras Juan caminaba cerca del parque central del pueblo, escuchó unos ladridos emocionados. Se dio vuelta y vio a los tres perritos corriendo hacia él con sus colas moviéndose rápidamente de un lado a otro. "¡Juan! ¡Juan!", ladraban felices.
Juan se agachó para abrazarlos y las lágrimas le rodaron por las mejillas de alegría. "¡Qué sorpresa tan maravillosa!", exclamó. "¿Cómo llegaron aquí?"Justo en ese momento apareció Marta con una sonrisa traviesa en su rostro.
"Resulta que estas familias adoptivas vivían justo detrás del parque", explicó Marta. "Y cada vez que pasabas por aquí, los perros sentían tu presencia y escapaban para ir a verte". Juan rió emocionado mientras acariciaba a sus queridos amigos animals.
A partir de ese día, todos juntos formaron una gran familia: Juan, los perritos y las familias adoptivas que estaban encantadas de compartir su amor con ellos.
Y así, gracias a la generosidad y el amor de Juan, estos perritos abandonados encontraron un hogar lleno de cariño. La historia de Juan nos enseña que siempre podemos hacer una diferencia en la vida de aquellos que más lo necesitan, incluso si son solo tres pequeños cachorros.
FIN.