Juan y Marta limpian su mundo
En un tranquilo barrio de Buenos Aires, los recolectores de basura, Juan y Marta, se encontraron con una sorpresa desagradable en la esquina: ¡un gigantesco basural! Montañas de bolsas de plástico, latas oxidadas y restos de comida se amontonaban por doquier.
-¡Ay, Marta! ¡Esto es un desastre! -exclamó Juan con preocupación mientras miraba a su alrededor. -Me duele el corazón ver tanta suciedad en nuestro barrio. Los vecinos no pueden vivir así -respondió Marta con tristeza.
Decididos a hacer algo al respecto, Juan y Marta comenzaron a limpiar el lugar lo mejor que pudieron. Sin embargo, la tarea resultaba abrumadora debido a la gran cantidad de basura acumulada.
Fue entonces cuando decidieron hablar con los vecinos para pedirles ayuda. Al tocar puerta por puerta, los recolectores explicaron la situación y pidieron colaboración para mantener limpia la zona. Al principio, algunos vecinos se mostraron renuentes e indiferentes, pero otros se sumaron entusiasmados a la iniciativa.
-¡Claro que podemos hacer algo juntos! ¡Vamos a trabajar en equipo para mantener nuestra esquina limpia y hermosa! -dijo Doña Rosa con determinación. Pronto, más vecinos se unieron a la causa.
Organizaron jornadas de limpieza comunitaria donde niños, adultos y ancianos trabajaban codo a codo para reagarrar la basura y embellecer el lugar. Se pintaron murales coloridos en las paredes y se plantaron flores en macetas recicladas.
Con el paso de los días, la esquina del barrio fue transformándose en un espacio lleno de vida y alegría. Los vecinos compartían mate bajo los árboles frondosos mientras los niños jugaban felices en el parque renovado. Juan y Marta observaban orgullosos el cambio positivo que habían logrado impulsar.
-¡Qué hermoso es ver cómo todos juntos podemos hacer grandes cosas! -exclamó Juan emocionado. -Sí, definitivamente el trabajo en equipo da sus frutos. Estoy feliz de haber sido parte de esta transformación -respondió Marta con una sonrisa radiante.
Desde ese día, los vecinos del barrio aprendieron que cuidar su entorno era responsabilidad de todos. La unión y solidaridad habían logrado convertir un basural en un rincón lleno de esperanza y amor.
Y así, entre risas y abrazos, cada persona comprendió que juntos podían construir un mundo mejor para todos.
FIN.