Juan y Sofía en la Empresa de los Sueños



En un colorido barrio de Buenos Aires, vivían dos amigos inseparables: Juan y Sofía. Desde pequeños, siempre habían soñado con tener su propia empresa. A menudo, se sentaban en el parque a hacer dibujos de lo que sería su lugar de trabajo, lleno de juguetes y magia.

Un día, mientras jugaban, Sofía tuvo una brillante idea:

"¡Juan! ¿Y si hacemos una empresa de sueños? Podemos ayudar a los chicos a cumplir sus deseos."

"¡Eso sería increíble, Sofía! Pero, ¿cómo vamos a empezar? No tengo ni un peso."

Sofía pensó y pensó, hasta que una grandiosa idea le vino a la mente.

"Podemos pedir ayuda a los adultos. Tal vez podamos organizar círculos de sueños en el parque y cobrar un poco para juntar dinero."

"Y también podemos hacer carteles bonitos para que todos sepan de nuestra empresa."

Con mucho entusiasmo, pusieron en marcha su plan. Hicieron carteles llenos de colores y dibujos de nubes y estrellas. Al principio, nadie parecía interesarse, pero ellos no se desanimaron.

Al día siguiente, eran un par de niños en el parque, con carteles en mano, anunciando su círculo de sueños:

"¡Vengan a contar sus sueños! ¡Les ayudaremos a cumplirlos!"

Desesperados por atraer atención, comenzaron a cantar una canción inventada:

"¡Cumplamos sueños, todo es posible! ¡Solo vení y contanos qué querés!"

Poco a poco, algunos chicos se acercaron. Empezaron a contar sus sueños: ser astronauta, bailarín, o tener un perrito. Juan y Sofía escuchaban atentamente:

"¡Eso suena genial! ¿Y qué tal si hacemos un dibujo de tu sueño?"

"Sí, y después hacemos un mural con todos los sueños para que todos lo vean."

Viendo que había interés, decidieron dividirse los roles en su pequeña empresa. Sofía se encargaría de la parte creativa, haciendo dibujos y organizando las actividades. Juan, por su lado, se encargaría de hablar con los padres para explicarles el proyecto.

Al comenzar a crecer, se dieron cuenta que necesitaban más ayuda. Entonces, un día, llegó al parque el abuelo de Sofía, un hombre sabio y experimentado en negocios.

"Hola, chicos. ¿Qué andan haciendo?"

"¡Hola, abuelo! Estamos ayudando a los chicos a cumplir sus sueños."

"Qué lindo. Pero, ¿saben cómo organizar una empresa?"

Juan miró a Sofía y ambos se encogieron de hombros:

"No, pero estamos aprendiendo."

"Muy bien. Lo siguiente que tienen que entender es la jerarquía de una empresa."

El abuelo les explicó que mientras más grande se volvía una empresa, era fundamental que cada uno tuviera su propio rol.

"Así podrán ser más eficientes y trabajar todos juntos."

"¿Podemos ser una gran empresa, abuelo?"

"Por supuesto, pero para eso necesitan planificar bien y comunicarse entre ustedes."

Ilusionados, Juan y Sofía regresaron al parque.

"Ahora tenemos que organizar nuestros roles. Yo quiero ser la diseñadora, y vos, el director de proyectos. ¿Qué pensás?"

"¡Me parece perfecto! Vamos a hacer reuniones semanales para ver cómo vamos."

Con esta nueva estructura, se sintieron más organizados. Cada fin de semana, se reunían con sus nuevos amigos para establecer qué sueños ayudarían a cumplir y how hacer los murales. La popularidad de su círculo de sueños crecía y cada vez más chicos y chicas se animaban a participar.

Sin embargo, un día se encontraron con un gran desafío. Un grupo de chicos muy competitivos llegó al parque y también querían ofrecer cumplir sueños, pero de una manera diferente.

"Nosotros tenemos un equipo más grande, ustedes no pueden competir con nosotros."

"Pero nuestra empresa es especial, ayudamos a los demás de una manera única. ¡Ya logramos tantos sueños!"

Sofía y Juan, en lugar de responder de manera negativa, decidieron usar su experiencia y actitud positiva.

"¿Qué les parece si en vez de competir, nos unimos para hacer un gran evento de sueños en el parque? Juntos podríamos hacer algo más grande."

Los otros chicos se miraron confundidos y luego respondieron:

"Nunca habíamos pensado en eso. ¡Puede ser divertido!"

Así, Juan, Sofía y los nuevos amigos organizaron un gran evento donde todos pudieron compartir sus sueños y juntos lograron más de lo que habían imaginado.

Al final del día, Juan y Sofía aprendieron que trabajar en equipo y colaborar a menudo puede ser mucho más beneficioso que competir. Siguieron creciendo, con mucho entusiasmo, haciendo realidad los sueños de cada niño que se acercaba al parque.

Con el tiempo, toda la comunidad se unió en su esfuerzo, y la Empresa de los Sueños se convirtió en un lugar mágico donde siempre había espacio para soñar y colaborar,

"¡Lo logramos, Sofía!"

"¡Sí, Juan! ¡Los sueños de todos se hacen realidad!"

FIN.

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