Juan y su amigo peludo



Había una vez un niño llamado Juan, que siempre montaba su bicicleta camino a la escuela. Cada mañana, mientras pedaleaba, notaba a su vecino, don Ricardo, maltratando a su pequeño perrito, un adorable caniche llamado Rocco. Rocco siempre se veía triste y asustado, y esto preocupaba mucho a Juan.

Un día, después de ver a don Ricardo gritarle a Rocco por enésima vez, Juan tomó una decisión valiente. "¡Voy a ayudarlo!"- se dijo a sí mismo. Esa tarde, con su corazón latiendo fuerte de emoción y un poco de miedo, esperó a que su vecino saliera de casa. Cuando el vecino se ausentó para ir al mercado, Juan se acercó sigilosamente al jardín.

"¡Hola, Rocco!"- dijo Juan con voz suave. Rocco, al escuchar esa voz amable, movió su cola tímidamente. Juan abrió la puerta y, rápidamente y con mucho cuidado, lo llevó a su bicicleta.

Una vez en casa, Juan le dio a Rocco un cuenco de agua fresca y algo de comida. "A partir de hoy, serás mi mejor amigo y nunca más te dejaré solo"- le prometió. Rocco, feliz, ladró y comenzó a dar vueltas por el jardín, jugando!

Sin embargo, al día siguiente Juan se dio cuenta de que había un gran problema. Don Ricardo, angustiado, estaba buscando a Rocco por todas partes. "¡Rocco! ¡Vení para acá!"- gritaba. Juan, escondido detrás de un arbusto, sintió un nudo en el estómago. Tenía miedo de que lo descubrieran, pero también sabía que no podía devolver a Rocco a aquella casa donde no era querido.

Durante semanas, Juan y Rocco se hicieron inseparables. Juntos recorrían el barrio en bicicleta, jugaban en el parque y hacían travesuras. Pero Juan siempre tenía en mente el mal trato que había recibido Rocco antes.

Un día, mientras montaban en bici, se encontraron con un grupo de niños que estaban maltratando a un gato callejero. Juan, recordando cómo se sentía Rocco, sintió que tenía que actuar. "¡Espera! No pueden tratarlo así, por favor!"- exclamó mientras se paraba frente a los niños.

"¿Y a vos qué te importa?"- dijo uno de los chicos. Pero Juan, con valentía, les respondió: "¡Los animales merecen respeto, igual que nosotros!"-.

Sorprendidos por la reacción de Juan, los niños se quedaron callados. Rocco, al ver que su amigo estaba defendiendo a otro animal, ladró en apoyo.

Los chicos comenzaron a cambiar de actitud. "Quizás tenés razón. Vamos a ayudar al gatito también"- dijeron, y juntos comenzaron a cuidar al pequeño felino. Desde esa tarde, Juan no solo rescató a Rocco, sino que también inspiró a otros niños a cuidar y respetar a todos los animales.

Al final del año, Juan organizó un evento en la plaza del barrio llamado "Día del Animal". Invitó a todos los vecinos, y junto a sus amigos, presentaron una obra de teatro donde mostraban la importancia de cuidar a los animales.

Don Ricardo, que ahora lo veía como un niño valioso y con mucho valor, se acercó a Juan después de la obra. "Me he dado cuenta de que estuve muy equivocado con Rocco. No sabía lo que hacía al maltratarlo. Quiero aprender a cuidarlo mejor"-, dijo con sinceridad.

Juan sonrió, sintiendo que su valentía había hecho una diferencia. "Podemos hacerlo juntos. Rocco merece ser feliz\", respondió. Desde entonces, Rocco vivió feliz con Juan y, a pesar de que don Ricardo se convertía en un nuevo dueño responsable, Rocco siempre sabría que Juan sería su mejor amigo.

Y así, gracias a la valentía de un niño y a la amistad entre un niño y su perro, el barrio entero aprendió que todos los seres vivos merecen amor y respeto.

Cada vez que Juan montaba su bicicleta, Rocco lo seguía, colmados de aventuras y nuevos aprendizajes. El amor entre ellos se volvió un ejemplo a seguir en el vecindario, y así, juntos, hicieron del mundo un lugar mejor.

FIN.

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