Juan y su máquina recolectora de basura



Había una vez un niño llamado Juan que desde pequeño mostró un gran interés por las máquinas y herramientas.

Desde que era muy chiquito, siempre estaba desarmando sus juguetes para ver cómo funcionaban y armando nuevos inventos con piezas de lego y otros materiales. Un día, mientras caminaba por el parque, Juan vio a un señor mayor reparando una bicicleta. Se acercó curioso y empezó a hacerle preguntas sobre las herramientas que utilizaba y cómo las usaba.

El hombre se sorprendió del interés del niño y le explicó pacientemente cada uno de los pasos para arreglar la bicicleta. Juan quedó fascinado con todo lo que aprendió ese día, así que decidió seguir investigando más sobre el tema.

Empezó a leer libros sobre mecánica y diseño de maquinarias, e incluso se inscribió en talleres donde podía aprender más sobre el uso de diferentes herramientas. Pero no todo fue fácil para Juan.

Muchos de sus amigos no entendían su pasión por las máquinas y lo criticaban por ser diferente. Incluso algunos profesores pensaban que era una pérdida de tiempo dedicarse tanto a algo tan específico. Sin embargo, Juan no se dejaba desanimar por los comentarios negativos.

Sabía que su amor por las máquinas era algo especial y único, así que decidió seguir adelante con su sueño.

Un día, mientras trabajaba en un proyecto escolar en el taller mecánico del colegio, Juan tuvo una idea brillante: diseñar una máquina capaz de reagarrar basura automáticamente en la calle. Pasó meses investigando diferentes modelos hasta dar con el diseño perfecto. Finalmente, llegó el gran día de presentar su proyecto en la feria escolar.

Juan estaba nervioso pero emocionado al mismo tiempo. Cuando llegó su turno, explicó con detalle cada una de las partes de su máquina y cómo funcionaba. Los jueces quedaron impactados con su invento y lo felicitaron por su creatividad e ingenio.

Y aunque no ganó el primer premio, Juan se sintió muy orgulloso de sí mismo por haber seguido sus sueños y lograr algo tan grande.

Desde ese día, todos los niños del colegio empezaron a admirar a Juan por ser un experto en maquinarias y herramientas. Y él se convirtió en un ejemplo para muchos otros niños que también tenían una pasión única y especial.

"¡Juan! ¡Qué impresionante tu invento! Eres todo un genio de la mecánica", dijo uno de los jueces. "Muchas gracias señor. Me alegra que les haya gustado mi proyecto", respondió Juan sonriendo. "Deberías seguir adelante con esto. Tienes mucho talento", agregó otro juez.

"Lo haré señor, esta es mi pasión", contestó Juan mientras miraba hacia el cielo con una gran sonrisa en su rostro. Y así fue como Juan descubrió que seguir sus sueños era lo más importante para alcanzar grandes cosas en la vida.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!