Juan y su Sueño de Mascotas



Había una vez un niño llamado Juan que vivía en un pequeño barrio de Buenos Aires. Desde muy chiquito, Juan había sentido una conexión especial con las mascotas. Anhelaba tener una propia, pero su mamá siempre le decía que era mucha responsabilidad.

Una tarde, mientras paseaba en el parque con su mamá, vio a un grupo de chicos jugando con sus perros.

"Mirá mamá, ¡qué feliz se ven esos chicos con sus mascotas!" dijo Juan con ojos brillantes.

"Sí, cariño. Pero recuerda que tener un perrito es un gran compromiso. Hay que alimentarlo, sacarlo a pasear, llevarlo al veterinario y jugar con él", le respondió su mamá con una sonrisa.

Juan entendía lo que su mamá decía, pero no dejaba de soñar con tener una mascota. Así que decidió hacer un plan. Cada día después de la escuela, Juan ayudaba a su mamá con las tareas del hogar y cuidaba a sus hermanos. Se esforzaba mucho para demostrarle que podía ser responsable.

Un día, mientras iba al colegio, vio un cartel que decía:

"¡Se busca hogar! Gatito en adopción".

Juan sintió que su corazón latía más fuerte. ¿Podría ser la oportunidad que había estado esperando?"¡Mamá! ¡Puedo cuidar a un gatito!" exclamó Juan emocionado al llegar a casa.

"Juan, ya charlamos sobre esto. No estoy segura..." respondió su mamá, un poco preocupada.

"Prometo que seré responsable. Puedo hablar con la señora que adopta mascotas y decirle que tengo muchas ganas de ayudar. Además, puedo jugar con él y enseñarle trucos", insistió Juan.

Su mamá, viendo la determinación de su hijo, decidió que podían ir a conocer al gatito. Al llegar al refugio, Juan vio a un pequeño gato gris, con unos ojos grandes y curiosos.

"¡Hola! Soy Juan, y quiero llevarte a casa" dijo con voz temblorosa.

La señora del refugio sonrió y les explicó que tenían que asegurarse de que el gatito tuviera todo lo necesario.

"Necesitamos saber si estás listo para cuidar de un gato. ¿Cuánto tiempo le dedicarías cada día?" preguntó.

"Todo el que sea necesario. Solo quiero que sea feliz" respondió Juan, firme y decidido.

Luego de una charla, la señora le dio un pequeño collar al gatito y le dijo que podía llevarlo a casa. Juan no podía creerlo, su sueño se estaba haciendo realidad. Llamó a su nuevo amigo —"Nube"  porque era suave como una nube de algodón.

La primera noche en casa fue mágica. Juan jugó con Nube, le dio de comer y lo llevó al baño. Sin embargo, a la mañana siguiente, Juan se despertó y descubrió que Nube había hecho un desastre en la cocina.

"Oh no, ¿qué hiciste, Nube?" dijo Juan con tristeza.

"Juan, eso es parte de tener una mascota. No te desanimes, tenemos que enseñarle a Nube cómo ser un gato educado. Vamos a ayudarte juntos" le dijo su mamá.

Juan se sintió un poco mejor y decidió que lo que necesitaban era un plan. Empezó a buscar información sobre cómo cuidar a los gatos.

"Podemos hacerle un espacio especial en casa para que juegue y no se meta en la cocina, así estará más seguro" sugirió Juan.

Con paciencia y amor, Juan y su familia enseñaron a Nube a usar su caja de arena y a no hacer travesuras. Con el tiempo, Nube se convirtió en un gato adorable y bien educado. Hasta ayudaba a Juan a hacer sus tareas al jugar con los papeles que caían.

Un día, mientras jugaban en la sala, Nube se escabulló hacia el patio. Juan lo siguió rápidamente, pero no pudo encontrarlo. Se sintió preocupado y empezó a llamarlo.

"¿Nube? ¿Dónde estás?" gritó Juan, alzando la vista a los árboles.

De repente, oyó un maullido fuerte.

"¡Ahí estás!" dijo, aliviado.

Juan corrió hacia el sonido y encontró a Nube atrapado en una enredadera. Sin pensarlo dos veces, se arrodilló y empezó a ayudarlo a salir.

"¡No te preocupes, Nube! Ya estoy aquí. Vamos a sacarte de ahí" dijo Juan, cuidando de no lastimarlo.

Después de unos momentos, Nube fue liberado, y corrió a los brazos de Juan.

"Esto es lo que pasa cuando no te quedas cerca, pequeño" dijo Juan mientras acariciaba a Nube.

Desde ese día, Juan aprendió la importancia de cuidar de su mascota y de la libertad que a veces requiere tenerla en el hogar. Pero también aprendió que con amor y esfuerzo, todo es posible.

Finalmente, Juan comprendió que tener una mascota no solo significaba jugar y acariciar, sino también educar y aprender juntos. Y así, él y Nube se volvieron inseparables, un equipo especial en el que ambos crecieron, aprendieron y se amaron.

"Cada día con vos es una nueva aventura, Nube!" gritó Juan.

Así, Juan y su gatito Nube vivieron muchas aventuras, siempre juntos y siempre llenos de amor, siendo un gran recordatorio de lo que significa cuidar a un ser querido.

FIN.

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