Juana, la valiente del baño


Había una vez una niña llamada Juana, quien tenía un gran problema. A pesar de que era muy valiente y aventurera, no se animaba a ir al baño cuando necesitaba hacer popo.

Cada vez que sentía la necesidad de ir, su corazón latía con fuerza y sus manos sudaban frío. Juana intentaba aguantar todo lo posible, pero su cuerpo le pedía cada vez más y más que fuera al baño.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Juana sintió esa incómoda sensación en su estómago. Trató de ignorarla y seguir jugando, pero pronto se dio cuenta de que no podía aguantarlo más. - Chicos, tengo que ir al baño - dijo tímidamente.

- ¡Genial! Vamos todos juntos - respondieron sus amigos emocionados. Juana se quedó paralizada. ¿Cómo iba a explicarles a sus amigos que ella no se animaba a hacer popo en el baño? - Yo...

yo prefiero esperar aquí - balbuceó nerviosamente. Sus amigos asintieron sin prestarle mucha atención y corrieron hacia los baños del parque. Juana se sentó en un banco cercano y trató de distraerse mirando las nubes pasar por el cielo azul.

De repente, escuchó unos gritos provenientes del baño:- ¡Ew! ¡Qué olor tan feo! - ¡Alguien no tiró la cadena! Juana sintió como si su corazón hubiera caído al piso.

Se imaginó a sí misma dentro del baño haciendo popo mientras todos la señalaban con desprecio. - No puedo hacerlo - se dijo a sí misma con tristeza. Pero entonces, recordó algo que su mamá le había dicho una vez:- Juana, el cuerpo humano necesita ir al baño para eliminar los residuos y mantenerse saludable.

No te avergüences de hacer lo que es natural y necesario. Juana respiró hondo y decidió enfrentar su miedo. Caminó hacia el baño decidida a no dejar que sus temores la detuvieran más.

Cuando entró en uno de los cubículos, se dio cuenta de que no era tan malo como pensaba. Todo estaba limpio y ordenado, y nadie la estaba mirando ni juzgando por hacer lo que tenía que hacer.

Después de unos minutos, Juana salió del baño con una gran sonrisa en su rostro. Se sentía liberada y orgullosa de sí misma por haber superado su miedo. Desde ese día en adelante, Juana ya no tuvo problemas para ir al baño cuando lo necesitaba.

Aprendió a confiar en sí misma y a no dejar que sus temores la controlaran.

Y así fue como Juana descubrió que a veces las cosas más simples pueden ser las más difíciles de superar, pero también las más gratificantes cuando finalmente lo logramos.

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