Juana y el Festival de los Juegos



Era un día soleado en el jardín de infantes, y Juana, una niña de 5 años, se encontraba sentada en una esquina del patio. Sus compañeros estaban emocionados armando un enorme juego de cuentos en 3D, una actividad que prometía un montón de diversión. Pero a Juana no le interesaba. Ella prefería su pequeño dibujo de un gato en la hoja que tenía en sus manos.

"Juana, ven a jugar con nosotros!" - gritó Tomás, un chico de su clase, mientras sostenía una figura colorida de un dragón.

"No, gracias. Prefiero dibujar" - respondió Juana, sin mirar hacia ellos.

Sus compañeros se unían entre risas, creando un mundo mágico lleno de princesas y monstruos. Juana deseaba disfrutar de la compañía, pero la idea de jugar a sus cuentos en 3D no la convencía.

A la tarde, la maestra, la Sra. Clara, anunció que se celebraría el Festival de los Juegos en el jardín. Todos se entusiasmaron. Había concursos, disfraces y muchas sorpresas. Juana sintió un cosquilleo de emoción, pero aun así, se sintió reticente. No quería participar en la actividad de cuentos en 3D.

Esa noche, mientras Juana se preparaba para dormir, su mamá vino a visitarla.

"¿Qué te pasa, Juana? Pareces un poco triste" - le preguntó su mamá, sentándose a su lado.

"Es que no me gusta jugar como los demás. Yo tengo otras ideas" - confesó Juana, mostrando su dibujo del gato.

"Si sientes que tus ideas son diferentes, ¿por qué no las compartís con tus amigos? Ellos también podrían disfrutar de lo que a vos te gusta" - sugirió su mamá.

Juana pensó en lo que su mamá le dijo, pero aún le daba miedo. La mañana del festival, al llegar al jardín, se dio cuenta de que todos iban vestidos de sus personajes favoritos. Al mirarlos, sintió un impulso en su corazón.

"Está bien, voy a intentar unirme" - pensó.

Juana se acercó a su grupo de amigos. Los vio ensayar la historia que habían creado al jugar. Fue un momento mágico y, aunque ella había decidido no jugar a sus cuentos en 3D, decidió intervenir.

"¿Puedo ayudarles a dibujar el fondo del castillo?" - preguntó con un hilo de voz.

Sus compañeros la miraron sorprendidos.

"¡Claro que sí, Juana!" - respondió Ana, emocionada. "¡Nos vendría bien un buen castillo!"

Juntos, empezaron a dibujar un colorido castillo, donde los personajes de cuento podían vivir. Juana se sintió feliz trabajando junto a ellos, señalando donde podrían ir las torres y los árboles.

Cuando terminaron, los niños se sentaron a contar la historia de su juego mientras disfrutaban de lo que habían creado. Juana se dio cuenta de que, aunque no jugaba en 3D, su aporte era igual de valioso.

"¡Ahora podemos jugar todos juntos!" - anunció Tomás.

Juana sonrió. Se dio cuenta de que no tenía que elegir entre sus ideas y las de sus amigos. En vez de eso, podía mezclar ambas.

El festival fue un éxito. Había risas, colores y cuentos que cobrarían vida a través de cada uno de los aportes de los niños. Al final del día, Juana comprendió que cada uno, con sus ideas diferentes, podía contribuir a la magia del juego.

"Gracias, Juana, por ayudarnos con el castillo" - dijo Ana al despedirse, mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo.

"Gracias a ustedes por dejarme participar" - respondió Juana, sintiéndose llena de alegría.

Desde ese día, Juana no solo se sintió parte del grupo, sino que descubrió que la verdadera magia del juego estaba en lo que cada uno aporta. Aprendió que lo diferente no es malo, sino que puede enriquecer las experiencias compartidas con otros. Así, cada día en el jardín de infantes se volvía más colorido y divertido, porque todos jugaban juntos, creando historias juntos.

Y así, en su pequeño rincón del mundo, Juana se convirtió en la niña que dibujaba sueños y los compartía con sus amigos, creando cuentos en 3D llenos de sorpresas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!