Juana y el Jardín de los Sueños



En un reino lejano, donde los castillos eran tan altos como las nubes, vivía una joven llamada Juana. Ella era conocida por su gran imaginación y por crear los más maravillosos cuentos. Aunque vivía en un castillo espléndido, Juana se sentía un poco sola. Las paredes del castillo eran frías y no había muchos niños con quienes jugar.

Un día, mientras exploraba el bosque cercano, Juana encontró un jardín escondido. Las flores eran de colores vibrantes, como si un pintor hubiera salpicado su paleta sobre cada pétalo. Juana no podía creer lo que veían sus ojos.

"+¡Qué hermoso!" - exclamó llena de alegría.

Pero no sólo era la belleza del jardín lo que la sorprendió. En el centro había un gran árbol de cereza cuya copa era tan ancha que parecía querer abrazar a todos. Decidida a ser parte de esa maravilla, Juana se acercó al árbol y, al tocar su tronco rugoso, se encontró con un pequeño ser mágico.

"+Hola, soy Chispita!" - dijo el duende que danzaba entre las flores. "+He estado esperando a alguien con mucha imaginación. ¿Te gustaría ayudarme a mantener este jardín?"

Juana sonrió emocionada.

"+¡Sí! Me encantaría ayudar!" - respondió.

Chispita le mostró cómo cuidar el jardín, y juntas regaron flores, plantaron semillas y hasta dieron de comer a unas pequeñas mariposas que a menudo pasaban por allí.

Con el tiempo, el jardín se convirtió en un lugar mágico, y Juana experimentó cada día aventuras nuevas.

Un día, mientras cuidaban una nueva cosecha de flores, Juana notó algo extraño.

"+¿Por qué las flores en esta esquina no crecen?" - preguntó curiosa.

Chispita se acercó y suspiró.

"+A veces, las plantas necesitan más que solo agua y tierra. Necesitan amor y cuidado especial. ¡Puede que estén un poco asustadas!" - dijo el duende.

Juana pensó un momento y tuvo una idea.

"+¡Vamos a hablarles! Quizás les demos confianza para que puedan crecer," - sugirió.

Así que, con un corazón lleno de bondad, Juana se paró frente a las flores marchitas y les habló.

"+Queridas flores, no tengan miedo. Este es un lugar seguro. Con el tiempo, van a florecer y traerán mucho color a este jardín. ¡Confíen en ustedes mismas!" - les dijo mientras las acariciaba con suave cariño.

Las flores parecieron escucharla. Con el tiempo, comenzaron a mostrar brotes verdes. Juana y Chispita se dieron cuenta de que, a veces, un poco de amor y confianza era todo lo que necesitaban.

Al pasar los días, más y más criaturas del bosque se acercaron al jardín para disfrutar de su belleza. Juana ya no se sentía sola; los animales, las mariposas y, por supuesto, Chispita se convirtieron en sus amigos. El jardín se llenó de risas y alegría.

Una tarde, una gran tormenta comenzó a desatarse sobre el jardín.

"+¡Rápido, Juana!" - gritó Chispita mientras se cubrían bajo las flores grandes. "+No podemos dejar que el viento destruya lo que hemos creado!"

Juana miró a su alrededor y vio que, aunque el viento soplaba fuerte, las flores más débiles estaban cayendo. Así que, con valentía, tomó una gran hoja de un árbol y comenzó a cubrir a las flores temerosas.

"+¡No se preocupen, pronto pasará!" - respiró con fuerza.

Con el tiempo, la tormenta se calmó y las flores comenzaron a levantarse nuevamente. Juana tuvo una gran idea.

"+¡Podemos construir un refugio para las flores!" - exclamó.

Con la ayuda de todos sus nuevos amigos, comenzaron a recolectar ramas, hojas y flores fuertes. Juntos, crearon un refugio y, a partir de ese día, las flores supieron que estaban protegidas, y también aprendieron a crecer a pesar de las tormentas.

Juana se dio cuenta de que, aunque a veces la vida puede parecer difícil, siempre hay una forma de salir adelante siempre y cuando tengas amigos que te apoyen.

"+Este jardín es un lugar especial no solo por su belleza, sino por todo el amor que le hemos puesto!" - dijo Juana mientras se reía con Chispita.

Desde aquel día, el jardín no solo floreció, sino que el corazón de Juana también. Se dio cuenta de que no necesitaba un cuento de hadas para ser feliz; lo único que realmente necesitaba era amor, amistad y un poquito de fe en sí misma y en los demás.

FIN.

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