Juana y Jacinto en el Día de la Montuvia



Era un hermoso día soleado en el campo, y Juana y Jacinto se despertaron con el canto de los pájaros. Hoy era un día especial, ¡el Día de la Montuvia! La comunidad entera se reuniría para celebrar su cultura y sus tradiciones. Juana, con su vestido montuvio colorido y lleno de flores, le dijo a Jacinto:

"¡Mirá, Jacinto! ¡Hoy es el día perfecto para lucir nuestra vestimenta montuvia!"

"Sí, Juana. Los amigos van a estar maravillados con nuestros trajes. ¡Mirá cómo brilla tu vestido bajo el sol!"

Jacinto se puso su camisa blanca con detalles bordados y un pantalón de lona. Se miraron en el espejo del pasillo y se sintieron muy orgullosos de su apariencia. Cuando salieron de casa, se encontraron con sus amigos, Paco y Lucía.

"¡Qué lindos están!", exclamó Lucía.

"Gracias, Lucía. ¡Hoy es el Día de la Montuvia!", respondió Juana con una sonrisa.

"Y nosotros también venimos vestidos para la ocasión", dijo Paco, mostrando su poncho a rayas.

Mientras caminaban hacia la plaza, el grupo se encontró con un gran cartel que decía: “Gran desfile de trajes montuvios”.

"¡Mirá eso!", gritó Jacinto emocionado.

"¡Debemos participar!", sugirió Lucía.

Aunque a Juana le gustaba la idea, tenía un pequeño miedo.

"¿Y si no desfila bien? El año pasado vi a algunos salir del ritmo..."

"Juana, eso no importa. Lo importante es bailar y disfrutar juntos", dijo Paco.

"Además, ¡tenemos que mostrar lo hermosa que es nuestra cultura!", agregó Lucía.

Así que decidió dejar de lado sus miedos y unirse a la diversión. Comenzaron a practicar diferentes pasos de baile. Con cada intento, se reían más y más, y sus dudas se desvanecían.

"Choque de manos al final!", gritó Jacinto al ritmo de la música.

Cuando llegó el momento del desfile, todos los montuvios lucían sus trajes y estaban listos para mostrar sus raíces. Juana y Jacinto se unieron a sus amigos, sintiendo que formaban parte de algo muy especial.

"¡Bailamos y disfrutamos!", dijo Juana tomando la mano de Jacinto.

"¡Sí, vamos con todo!", respondió él.

Comenzaron el desfile, y mientras bailaban, se sintieron más seguros.

De repente, ¡Jacinto tropezó y cayó al suelo! Juana, al ver esto, se asustó, pero al ver la risa de sus amigos, se alegró.

"¡Jacinto! ¿Estás bien?", preguntó.

"¡Claro! Aunque parezca un salto acrobático, sólo fue un baile improvisado", respondió él riendo.

El grupo estalló en carcajadas y, sorprendentemente, más gente se unió al círculo. En lugar de sentirse avergonzado, Jacinto se levantó y siguió bailando. Todos comprendieron que el verdadero espíritu del Día de la Montuvia no era la perfección, sino la alegría de celebrar juntos.

Al finalizar el desfile, Juana, Jacinto, Paco y Lucía se miraron con complicidad y dijeron:

"¡Lo logramos!"

"¡Y nos divertimos un montón!", añadió Juana.

"Esto es lo que significa ser montuvio", concluyó Jacinto, sonriendo con orgullo.

Al caer la tarde, se sentaron a compartir un picadito con la comunidad y se dieron cuenta de que no solo habían compartido un bello día, sino que también habían aprendido a enfrentar sus miedos y celebrar su cultura.

"¿Tienen ganas de hacerlo otra vez el próximo año?", preguntó Paco.

"¡Sí, sí!", respondieron todos al unísono, llenos de energía.

Así, Juana, Jacinto y sus amigos entendieron que la vestimenta montuvia no solo era un símbolo de sus raíces, sino también de la camaradería y la alegría que compartían en cada celebración.

FIN.

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