Juana y su amiga Catalina



Era una tarde soleada y radiante en el pequeño pueblo de La Esperanza. Juana y su amiga Catalina decidieron aventurarse en el espeso bosque que rodeaba su hogar. Con sus mochilas llenas de bocadillos, un mapa y una brújula, se sentían listas para descubrir los secretos de la naturaleza.

"¡Mirá, Juana!" - exclamó Catalina mientras señalaba unos hermosos pájaros que revoloteaban entre los árboles "¿Sabías que hay más de trescientas especies de aves en este bosque?"

"¡Qué genial! Siempre supe que este lugar era especial." - respondió Juana emocionada.

Mientras caminaban y exploraban, las risas de las chicas resonaban entre los árboles.

Después de un rato, se encontraron con un portal de flores. Era tan hermoso que decidieron sentarse un momento a admirar el paisaje. Sin embargo, al levantarse, se dieron cuenta de que no sabían en qué dirección habían llegado.

"Juana, creo que nos perdimos..." - dijo Catalina con un tono nervioso. "No encuentro el camino de vuelta."

"No te preocupes, vamos a seguir el mapa." - tranquilizó Juana mientras sacaba el plano de su mochila.

Pero al mirar el mapa, notaron que no tenían idea de dónde se encontraban específicamente. Las marcas y los caminos parecían confusos.

"Tal vez deberíamos usar la brújula," - sugirió Catalina. "Si sabemos hacia dónde está el norte, podremos encontrar el camino de casa."

"Tenés razón, probemos." - contestó Juana mientras empezaban a girar en círculo para orientarse.

Después de unos minutos, Juana observó con atención. "¡Mirá las flores! Están más bajas hacia el sur. Si seguimos ese rumbo, podríamos encontrar una pista."-

"¡Sí! Vamos, sigamos esa dirección!" - alentó Catalina, intentando mantener el optimismo.

Caminaron y caminaron, pero cada vez que pensaban que estaban cerca, una nueva trampa natural aparecía ante ellas: un arroyo, un pequeño acantilado y hasta un árbol caído. Juana empezó a sentirse cansada.

"Catalina, esto es más difícil de lo que pensaba..." - se lamentó.

"No te desanimes, Juana," - respondió Catalina animadamente. "¡Recordá lo que siempre dicen nuestros padres! Cada problema tiene solución. Solo necesitamos pensar y seguir intentándolo."

Con renovada energía, decidieron buscar pistas alrededor. Y fue ahí cuando vieron huellas en el suelo.

"¡Mirá! ¿Te parece que son huellas de animales? Podrían llevarnos a algún lugar..." - observó Juana.

"Sí, seguiré estas huellas. Vamos, juntas podemos descubrirlo!" - dijo Catalina emocionada.

Siguiendo las huellas, llegaron a un claro en el bosque donde había un pequeño grupo de ciervos pastando.

"¡Son tan lindos!" - susurró Juana, contemplando a los ciervos. "Quizás ellos saben el camino."

"Ojalá podamos entender su lenguaje!" - rió Catalina que se sentía más relajada.

De repente, vieron un camino marcado entre los árboles. Juana tomó la delantera y, siguiendo la dirección del sol, comenzaron a avanzar. Tras un rato, escucharon el sonido familiar del río cerca.

"¡El río! ¡Significa que estamos cerca!" - gritó Juana.

"¿Y si seguimos el curso del agua? Quizás nos lleve de regreso al pueblo." - sugirió Catalina.

Sin pensarlo dos veces, las chicas siguieron el río. Cada paso las acercaba más a casa. Después de lo que pareció una eternidad, finalmente se encontraron con un puente que llevaba al camino de retorno.

"¡Lo logramos, Juana! ¡Estamos en el camino de vuelta!" - gritó Catalina, danzando de alegría.

"Nunca estuve tan feliz de ver este puente," - sonrió Juana, sintiéndose orgullosa de su trabajo en equipo.

Cuando cruzaron el puente, vieron a sus familias preocupadas, buscándolas. Ambas corrieron a abrazarlas, llenas de historias que contar.

"La próxima vez que vayamos al bosque, llevaremos un mapa mejor y marcaremos el camino que tomamos," - sugirió Juana. "¡No olvidaremos la brújula tampoco!"

"Y también seremos más cuidadosas y observadoras, ¡porque el bosque tiene mucho más que mostrar!" - agregó Catalina.

Así, lo que empezó como una aventura quedó como una experiencia inolvidable en la que aprendieron a trabajar juntas, a no rendirse y, sobre todo, a disfrutar de la belleza del mundo natural que las rodeaba.

FIN.

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