Juana y su Gran Aventura



En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía Juana, una niña de seis años llena de energía y sonrisas. Aunque Juana tenía una discapacidad física que le hacía difícil caminar, nunca dejó que eso le impidiera soñar en grande. Siempre llevaba consigo su inseparable muñeca, Luli, que era más que una simple muñeca; era su mejor amiga.

Un día, mientras Juana jugaba en el parque con Luli, escuchó a unos chicos hablando sobre una gran competencia de habilidades que se iba a realizar en la plaza del barrio.

"¡Es una competencia de talentos!" - dijo un niño llamado Lucas, emocionado.

"¿Talentos?" - preguntó Juana, curiosa. "¿Qué tipo de talentos?"

"Hay de todo: cantar, bailar, hacer trucos de magia. El ganador recibirá un trofeo brillante" - respondió Lucas, con los ojos llenos de ilusión.

Juana sintió una chispa dentro de ella. "¡Quiero participar!" - exclamó.

Los otros niños la miraron, sorprendidos. "Pero… ¿cómo vas a hacerlo, Juana?" - preguntó una niña llamada Sofía.

"No importa, yo puedo hacer algo especial" - dijo Juana, sonriendo. "Voy a hacer un show de cuentos. A todos les gusta escuchar historias, ¿verdad?" -

"¡Sí! Pero tienes que practicar mucho" - dijo Lucas.

Juana asintió con firmeza, llena de determinación. "¡Voy a ensayar todos los días!" -

Así que, cada día después de la escuela, Juana se sentaba en su rincón favorito del parque con Luli y contaba cuentos a sus amigos. Inventaba historias de princesas, dragones y aventuras en el espacio, y poco a poco la noticia de su talento se fue esparciendo como el viento.

Una tarde, cuando practicaban, Juana notó que algunos chicos se reían. "¿Qué les pasa?" - preguntó, un poco preocupada.

Uno de ellos, un niño que siempre estaba en el grupo, dijo: "No sabemos si un show de cuentos va a ser emocionante" -.

Juana sintió un ligero nudo en el estómago, pero no se rindió. "Les prometo que mis cuentos son súper emocionantes. ¡Los invito a escucharme!" -

Días más tarde, llegó el día de la competencia. La plaza estaba llena de niños y padres, y animadores. Juana admiraba todo desde su lugar. Cuando llegó su turno, sintió un cosquilleo en la pancita, pero respiró hondo y sonrió.

"¡Hola a todos! Soy Juana y hoy les contaré una historia mágica sobre un dragón que quería ser amigo de un niño" - comenzó.

Mientras hablaba, se fue llenando de confianza. Los niños se acercaron. "¿Qué pasará después?" - preguntó una niña con ojos grandes.

Juana, sorprendida por su interés, siguió contando. Su historia tuvo giros inesperados, con aventuras en el cielo y amistades improbables, y todos estaban escuchando con atención.

Cuando terminó, hubo un gran aplauso. "¡Bravo, Juana!" - gritaron.

Juana sonrió de oreja a oreja. Ella no necesitaba ganar un trofeo para ser feliz. Había compartido su amor por las historias y había hecho nuevos amigos en el camino. Y eso, para ella, era el mejor premio de todos.

Finalmente, el jurado anunció al ganador, y aunque Juana no fue la elegida, su corazón estaba lleno de alegría.

"¡Hoy ganamos todos!" - dijo Lucas, abrazándola. "¿No, Juana?"

"¡Sí!" - contestó Juana, con una sonrisa radiante. "No importa el trofeo; lo realmente importante es compartir lo que amamos" -.

Desde aquel día, Juana siguió contando cuentos en el parque, y siempre que lo hacía, sabía que en cada palabra estaba sembrando amistad y alegría en el corazón de los demás. Y así, Juana aprendió que, sin importar las dificultades, siempre se puede brillar siendo uno mismo.

FIN.

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