Juana y su gran aventura con los caballos



Juana siempre había querido tener un caballo propio.

Algunos niños en la escuela tenían mascotas como perros o gatos, pero ella soñaba con tener su propio corcel con el que pudiera galopar a través de los campos y sentir el viento en su cara. Un día, Juana fue a visitar a su tío Martín al campo. Él tenía muchos animales, incluyendo una manada de hermosos caballos.

Cuando Juana llegó, tío Martín estaba arreando uno de ellos para dar un paseo. "¡Hola Juana! ¿Quieres montar conmigo?" preguntó tío Martín. "¡Oh sí por favor!" respondió emocionada Juana. Tío Martín ayudó a Juana a subir al caballo y juntos comenzaron a galopar por el campo.

Era una sensación increíble sentirse tan libre y poderosa encima del animal. Pero pronto se dieron cuenta de que algo no andaba bien: el caballo empezó a cojear. "Tendremos que volver rápido", dijo tío Martín preocupado mientras intentaba controlar al animal.

Juana también estaba asustada, pero recordó algo que había aprendido en la escuela sobre cómo cuidar de los animales heridos. "Tío, quizás deberíamos llevarlo al establo y ver qué le pasa", sugirió ella.

Así lo hicieron y descubrieron que el casco delantero del caballo estaba lastimado. Tuvieron que llamar al veterinario para curarlo adecuadamente. Afortunadamente, después de unos días de descanso y medicamentos, el caballo sanó completamente. Juana aprendió mucho durante esa experiencia.

Aprendió que los animales necesitan cuidados y atención, y que no siempre pueden hacer lo que queremos de ellos. También aprendió a ser valiente en situaciones difíciles.

Después de ese día, Juana visitaba regularmente el campo de tío Martín para ayudarle con los animales. Aprendió a arrear caballos, alimentar cerdos y ordeñar vacas. Y aunque nunca tuvo su propio caballo, siempre recordaría con cariño aquel paseo en el campo del tío Martín y cómo ayudó a curar al herido corcel.

FIN.

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