Juancito y el Poder de la Honestidad
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Alegría, un grupo de amigos muy curiosos y juguetones que asistían al primer grado de la Escuela Primaria Arcoíris.
Entre ellos se destacaba Juancito, un niño muy inteligente y observador al que le gustaba hacer preguntas sobre todo lo que veía a su alrededor. Un día, mientras estaban en clase de ciencias naturales, la maestra les habló sobre la importancia de decir siempre la verdad.
Les contó que la verdad era como una luz brillante que iluminaba el camino y les ayudaba a ser mejores personas. Todos los niños escuchaban atentamente, pero Juancito estaba especialmente interesado en ese tema.
Al terminar la clase, Juancito se acercó a la maestra y le preguntó: "¿Por qué es tan importante decir siempre la verdad?".
La maestra sonrió y le respondió: "Porque la verdad es como un tesoro invaluable que nos guía por el camino correcto y nos hace sentir bien con nosotros mismos". Juancito reflexionó sobre las palabras de su maestra y decidió convertirse en el Amigo de la Verdad. A partir de ese día, se propuso siempre decir la verdad sin importar las consecuencias.
Un día, durante el recreo, sus amigos lo invitaron a jugar a las escondidas detrás del gimnasio. Mientras contaban hasta diez para empezar el juego, uno de los amigos rompió accidentalmente una ventana con su pelota.
Todos se miraron preocupados, sin saber qué hacer. "¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer ahora?", exclamó uno de los niños angustiado. "Yo me encargaré", dijo Juancito con determinación. Juancito se acercó a la ventana rota y esperó a que llegara la directora.
Cuando ella apareció junto al grupo de niños asustados, todos señalaron culpables entre sí. Pero Juancito dio un paso adelante y admitió: "Fui yo quien rompió la ventana sin querer". La directora lo miró sorprendida por su valentía y honestidad.
Le explicó amablemente que lo importante era reconocer los errores y aprender de ellos para no volverlos a cometer.
Al final del día, cuando todos regresaron a casa después de clases, los padres de Juancito recibieron una llamada inesperada de parte del director felicitándolos por tener un hijo tan sincero y responsable. Desde entonces, Juancito se convirtió en un ejemplo para sus compañeros quienes aprendieron poco a poco el valor incalculable de decir siempre la verdad.
Y así fue como gracias al Amigo de la Verdad niños del primer grado aprendieron juntos que ser honestos no solo hacía felices a los demás sino también les llenaba el corazón de paz y alegría.
Y colorín colorado este cuento ha terminado pero recuerda ¡siempre sé como Juancito!
FIN.