Juanita la Serpiente y su Gran Aventura
Había una vez una serpiente llamada Juanita, que vivía en un hermoso bosque lleno de árboles altos y flores de colores. Juanita era diferente a las demás serpientes: mientras que todas sus amigas se deslizaban rápidamente entre la hierba, ella era un poco más lenta y muy curiosa. Se pasaba el día explorando cada rincón del bosque y aprendiendo sobre las maravillas que lo rodeaban.
Un día, mientras Juanita paseaba por su sendero favorito, escuchó un susurro que venía de detrás de un arbusto. "¡Ayuda!"- gritaba una voz. Intrigada, se acercó y encontró a un pequeño pajarito atrapado entre las ramas espinosas. "¿Cómo te has metido allí?"- le preguntó Juanita.
"Me llamo Pipo y estaba volando con mis amigos, pero un viento fuerte me llevó hacia este arbusto. ¡No sé cómo salir!"- respondió el pajarito, asustado. Juanita se sintió mal por Pipo y decidió ayudarle. Con mucho cuidado, usó su cuerpo para mover las ramas y liberar al pajarito. "¡Gracias, Juanita! Eres muy valiente y amable"- exclamó Pipo al salir volando libremente.
Desde ese día, Juanita y Pipo se hicieron grandes amigos. Juanita le mostró a Pipo los secretos del bosque, desde las flores que cantaban al amanecer hasta las rocas que relucían con el sol. Pero un día, mientras exploraban, Juanita y Pipo se encontraron con un gran río que nunca habían visto antes. Las corrientes eran fuertes y parecía que no había manera de cruzarlo.
"¿Y ahora qué hacemos?"- preguntó Pipo, inquieto. Juanita se sentía un poco frustrada. "No puedo nadar como tú, Pipo", dijo. "Pero eso no significa que no podamos encontrar una manera."-
Entonces Pipo, lleno de ideas, propuso buscar un lugar donde el río estuviera más tranquilo. Juntos comenzaron a explorar a lo largo de la orilla. Después de un rato, encontraron un antiguo tronco caído que servía como puente. "¡Mirá!"- gritó Pipo emocionado. "Podemos cruzar por ahí!"-
"Pero yo no soy tan aventurera como vos, puede que me caiga en el agua"- dudó Juanita.
"No te preocupes, seré tu guía. Solo sigue mis pasos y todo saldrá bien"- animó Pipo. Con el corazón latiendo fuerte, Juanita decidió confiar en su amigo. Con cuidado, comenzaron a cruzar el tronco. Pipo iba adelante, animando a Juanita a no mirar hacia abajo y concentrarse en el camino.
Al llegar al otro lado, Juanita se sintió increíble. "¡Lo logré!"- exclamó con alegría. "Nunca pensé que pudiera cruzar el río, pero gracias a vos, Pipo, lo hice!"-
Pasaron la tarde jugando y explorando del otro lado del río, donde descubrieron un campo de flores que jamás habían visto. Sin embargo, cuando el sol comenzó a ocultarse, se dieron cuenta de que necesitaban regresar antes de que se hiciera de noche.
"¿Volveremos a cruzar por el tronco?"- preguntó Pipo, un poco nervioso. Juanita recordó lo que había aprendido de su amigo: la valentía no significa no tener miedo, sino enfrentar los desafíos a pesar del miedo. "Sí! Podemos hacerlo juntos otra vez"- dijo Juanita con determinación.
Así que, con un poco de miedo pero lleno de emoción, cruzaron el tronco una vez más. Al llegar al otro lado, Juanita sonrió. "Mirá cómo hemos crecido juntos, Pipo. Ya no tengo miedo de enfrentar nuevos desafíos!"-
Pipo asintió, agradecido por su amistad. "Nunca olvidaré lo que hemos superado hoy. Siempre estaré aquí para animarte, Juanita!"-
Desde aquel día, Juanita no solo exploró el bosque, sino que también ayudó a otros animales a enfrentar sus propios miedos y desafíos. Cada aventura brindó nuevas lecciones sobre la amistad y la valentía, mostrando a todos que lo más importante no es ser el más rápido o fuerte, sino tener un corazón dispuesto a ayudar.
Así fue como Juanita la serpiente dejó una huella especial en su bosque y en el corazón de todos sus amigos. Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.