Juanita y el Viaje Valiente



Una soleada mañana en el barrio, Juanita, una niña de 5 años, jugaba en el parque. Pero, había algo que la preocupaba: tenía que recibir su vacuna esa semana y temía por ello. Su mamá, Clara, siempre estaba cerca para ayudarla.

"Mamá, yo no quiero que me pongan una inyección. Me da mucho miedo", dijo Juanita mientras se ocultaba detrás del columpio.

"Entiendo, mi amor. Pero las vacunas son importantes. Ayudan a que no te enfermes", le respondió su mamá, acariciándole el cabello.

Juanita suspiró, sabía que su mamá tenía razón, pero el miedo seguía en su corazón. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, decidió hablar con su mascota, un pequeño perro llamado Tito.

"Tito, tengo miedo de la inyección. ¿Qué puedo hacer?", preguntó Juanita con lágrimas en los ojos.

Tito, aunque no podía hablar, movió la cola y le dio un lamido en la mano, como para decirle que estaba ahí para apoyarla. Al día siguiente, en la escuela, su amiga Lila se dio cuenta que Juanita estaba un poco inquieta.

"Hola, Juanita. ¿Te pasa algo?", le preguntó Lila.

"Sí, tengo que ir al médico y me van a poner una vacuna. Tengo miedo", confesó Juanita.

"A mí también me daba miedo, pero cuando fui, la enfermera era muy amable. Me trajo un peluche y me dijo que puedo elegir mi propia canción mientras me inyectan. ¡Así no pensé en el pinchazo!", explicó Lila con entusiasmo.

Juanita se quedó pensando. Tal vez podría hacer algo para distraerse. En la noche, comenzó a practicar una canción que le encantaba, "La vaca Lola". El día de la vacuna llegó y, aunque estaba nerviosa, se armó de valor.

"Mamá, tengo una idea", le dijo Juanita mientras caminaban hacia el consultorio. "Voy a cantar mi canción mientras me ponen la inyección".

"¡Esa es una excelente idea!", apoyó Clara, sonriendo. Cuando llegaron al consultorio, Juanita vio a la enfermera. Era una mujer de cabello rizado y una gran sonrisa.

"Hola, chica valiente. ¿Cómo te llamas?", preguntó la enfermera mientras preparaba la jeringa.

"Soy Juanita y me da miedo las vacunas", respondió la pequeña, sinceramente.

"No te preocupes, Juanita. Vamos a hacer esto juntos. ¿Te gustaría elegir una canción para que la cantemos?", le preguntó la enfermera.

Los ojos de Juanita se iluminaron.

"¡Sí! Quiero cantar 'La vaca Lola'!", dijo.

La enfermera comenzó a contar hacia atrás, y mientras tanto Juanita empezó a cantar a todo pulmón:

"La vaca Lola, la vaca Lola, tiene cabeza y tiene cola...".

¡Y justo en el momento en que decía —"cola" , sintió un pequeño pinchazo! Pero no le importó porque estaba tan concentrada en su canción que ni se dio cuenta. La enfermera sonrió y le aplaudió al finalizar.

"¡Eso fue fantástico! Eres una gran cantante y una valiente. La inyección ya está lista. Ahora tendrás más protección", le dijo la enfermera.

Juanita, sorprendida, sonrió también.

"¿Ya terminó?", preguntó casi incrédula.

"¡Sí! Fue muy rápido, ¿verdad?", dijo Clara, abrazando a su hija.

"¡No dolió nada!", exclamó Juanita con entusiasmo.

Al salir del consultorio, Juanita se sintió como una heroína. Había superado su miedo gracias a su idea y el apoyo de su mamá y la enfermera. Su corazón estaba lleno de alegría y orgullo.

"Mamá, ¡quiero contarle a todos cómo no me dolió la inyección!", gritó mientras saltaba de felicidad.

Clara sonrió y le dijo:

"Y en el próximo vacunatorio, ¡podemos llevar a Tito como tu compañero valiente!", sugirió.

Juanita miró a su perro.

"¡Sí! Tito también es muy valiente", dijo mientras le acariciaba la cabeza.

Y así, Juanita había aprendido que, aunque le diera miedo, podía ser muy valiente y hacer cosas divertidas para enfrentar sus temores. A partir de ese día, no solo disfrutó de su vacuna, sino que también se preparó para cada una de ellas con una canción en su corazón. Nunca olvidaría su viaje valiente, ni a su amiga Lila, la enfermera y su compañero Tito, que siempre estaban a su lado.

FIN.

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