Juanito Bosco y sus Escuelas Mágicas
Era una vez, en un pequeño pueblo de Italia, un niño llamado Juanito Bosco. Juanito era un chico muy curioso, siempre haciendo preguntas sobre el mundo que lo rodeaba. Sus amigos, María y Luca, lo acompañaban en sus aventuras, y juntos soñaban con hacer grandes cosas que ayudaran a los demás.
Un día, mientras jugaban en el parque, Juanito tuvo una idea brillante.
"¿Y si construimos una escuela para que todos los niños del pueblo puedan aprender a leer y escribir?" - sugirió Juanito con los ojos brillantes de emoción.
"¡Eso sería increíble!" - exclamó María.
"Pero, ¿de dónde sacaremos el dinero?" - preguntó Luca, un poco desanimado.
Juanito pensó por un momento. "Podemos hacer una venta de limonada y galletas. Así podremos juntar plata para comprar materiales y construir la escuela."
Los tres amigos se pusieron manos a la obra. Hicieron letreros coloridos y prepararon una deliciosa limonada y galletas caseras. Pronto, la gente del pueblo empezó a acercarse, atraída por el olor y la alegría de los niños.
"¡Limonada fresca! ¡Galletas recién horneadas!" - gritaba Juanito, intentando atraer a más clientes.
Durante toda la tarde, trabajaron duro, vendiendo su limonada y galletas. Al final del día, contaron las monedas que habían reunido.
"Con esto, ya tenemos suficiente para comprar algunos cuadernos y lápices para la escuela. ¡Estamos un paso más cerca!" - dijo Juanito, saltando de alegría.
Entonces, Juanito, María y Luca comenzaron a buscar un lugar donde construir su escuela. Al encontrar un terreno vacío en el parque, decidieron hablar con el alcalde.
"Señor alcalde, queremos construir una escuela para los niños del pueblo. ¿Podemos usar este terreno?" - le pidió Juanito con determinación.
El alcalde se quedó sorprendido. "Es una idea maravillosa, Juanito. Pero necesitarás más apoyo para llevarla a cabo."
Juanito no se desanimó. Convocó a más amigos del pueblo y organizó una reunión. Todos estaban muy emocionados. El plan era hacer una gran feria con juegos y shows. Lo recaudado iría destinado a los materiales de construcción.
Durante semanas, Juanito y sus amigos trabajaron arduamente. Las risas y el trabajo en equipo los unieron más que nunca. Finalmente llegó el día de la feria. Había juegos de pelota, un concurso de pintura, y hasta una obra de teatro protagonizada por los niños del pueblo.
"¡Esto es genial!" - decía María, corriendo de un lado a otro.
"¡Y estamos haciendo una gran diferencia!" - agregó Luca mientras pintaba caras de león a los pequeños.
Al final del día, el esfuerzo valió la pena. Reunieron suficiente dinero para comprar materiales y construir la primera escuela del pueblo.
Con la ayuda de sus padres, amigos y el alcalde, comenzaron a construir la escuela. Todos colaboraron, cada uno aportando lo que podían: materiales, tiempo y su esfuerzo. La comunidad estaba unida, y lo que comenzó como un sueño de un niño estaba tomando forma.
Finalmente, después de varios meses de trabajo, la escuela abrió sus puertas. Era un lugar lleno de risas, libros, y un gran patio para jugar. Juanito estaba orgulloso de lo que habían logrado.
"Gracias a todos, esto es sólo el comienzo," - dijo Juanito en el primer día de clases, mientras los niños llenaban los salones.
Desde ese día, la escuela se convirtió en el corazón del pueblo. Con el tiempo, inspirados por Juanito, otros pueblos también comenzaron a construir sus propias escuelas.
"Juanito, ¡sos un héroe!" - le dijo Luca un día.
"No soy un héroe, solo soy un niño que cree que la educación es importante para todos. Si cada uno hace un poco, podemos cambiar el mundo" - respondió Juanito con una sonrisa.
Y así, la historia de Juanito Bosco y su escuela mágica se convirtió en una leyenda en Italia. Los niños, al igual que él, aprendieron que cuando uno tiene un sueño y trabaja en equipo, con esfuerzo y dedicación, todo es posible.
¡Fin!
FIN.