Juanito, el artista de Villa Alegre


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, un niño llamado Juanito. Juanito era conocido por ser el más travieso de todos los niños del lugar.

Siempre estaba metiéndose en problemas y haciendo travesuras que ponían de cabeza a todo el vecindario. Un día, cansados de las travesuras de Juanito, los adultos del pueblo se reunieron para decidir qué hacer con él.

La maestra Carmen sugirió que tal vez lo mejor sería enviarlo a un internado para niños traviesos, pero la señora Rosa, la panadera, tuvo una idea diferente.

"¿Y si en lugar de castigar a Juanito, le damos la oportunidad de redimirse y demostrar que también puede ser un niño bueno y responsable?", propuso la señora Rosa. Todos se quedaron pensando en la propuesta de la panadera y finalmente decidieron darle una última oportunidad a Juanito.

Le pidieron que participara en un concurso de dibujo que se llevaría a cabo en el pueblo al día siguiente. Si lograba ganar el concurso y demostrar su talento artístico, tendría una segunda oportunidad. Juanito aceptó el desafío con entusiasmo.

A pesar de su fama de niño travieso, siempre había tenido gusto por el arte y sabía que esta era su oportunidad para demostrarlo. Esa noche, Juanito se encerró en su habitación y comenzó a dibujar con todas sus fuerzas. Dibujó paisajes hermosos, animales fantásticos y personajes coloridos.

Estaba tan concentrado en su trabajo que ni siquiera escuchaba las travesuras de sus amigos afuera. Al día siguiente, llegó el momento del concurso. Todos los niños del pueblo presentaron sus dibujos ante un jurado compuesto por artistas locales.

Cuando llegó el turno de Juanito, todos contuvieron la respiración. Para sorpresa de todos, el dibujo de Juanito resultó ser uno de los más impresionantes del concurso. Su creatividad y talento dejaron boquiabiertos a todos los presentes.

Finalmente, el jurado anunció a Juanito como el ganador indiscutible del concurso. Juanito saltaba emocionado mientras recibía su premio: una caja llena de materiales artísticos para seguir desarrollando su talento.

Desde ese día, Juanito dejó atrás las travesuras y se convirtió en un niño ejemplar que inspiraba a otros con su arte. La historia de Juanito nos enseña que todos merecemos segundas oportunidades y que incluso aquellos considerados —"traviesos"  pueden encontrar maneras positivas de expresarse y brillar ante los demás.

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