Juanito y el fruto dorado
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Talentos, donde todos los habitantes poseían habilidades especiales. En este lugar mágico, cada persona tenía un talento único que los hacía destacar en algo.
En el centro de la villa se encontraba un gran árbol llamado "El Árbol de los Talentos". Este árbol era especial porque crecían frutos mágicos que representaban los talentos de cada uno de sus habitantes.
Cada año, se celebraba una competencia en la que todos debían presentar su talento y mostrarlo al resto del pueblo. Un niño llamado Juanito siempre soñó con encontrar su propio talento. Veía cómo sus amigos cantaban hermosamente, bailaban con gracia o pintaban increíblemente bien.
Pero él no sabía cuál era su don especial. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a Villa Talentos, Juanito encontró una pequeña semilla brillante. Decidió plantarla cerca del Árbol de los Talentos y cuidarla con mucho amor y dedicación.
Pasaron las semanas y la semilla comenzó a crecer rápidamente hasta convertirse en una planta alta y fuerte. Pronto, apareció un hermoso fruto dorado en ella. Todos en el pueblo estaban emocionados por descubrir qué nuevo talento había surgido.
Llegó el día de la competencia anual y Juanito presentó su fruto dorado ante todos. Los demás quedaron sorprendidos al verlo tan diferente a los otros talentos ya conocidos.
"¡Miren lo que salió de mi planta! Es un fruto dorado", exclamó Juanito emocionado. "Pero, ¿qué talento representa?", preguntó uno de los habitantes del pueblo. Nadie sabía qué hacer con el fruto dorado. Se discutieron muchas ideas, pero no lograban descifrar cuál era el talento que representaba.
"Quizás sea un talento desconocido", sugirió uno. "O tal vez es un talento que aún no ha sido descubierto", agregó otro. Juanito se sintió desalentado al ver que su fruto no encajaba en ninguna categoría conocida.
Pero decidió no rendirse y buscar una respuesta por sí mismo. Comenzó a investigar sobre diferentes disciplinas y actividades para encontrar algo que pudiera relacionarse con su fruto dorado.
Un día, mientras estudiaba libros de música, Juanito descubrió la existencia de un instrumento llamado —"arpa" . Leyendo sobre sus características, se dio cuenta de que el sonido producido por este instrumento era similar al brillo y la calidez que emanaba su fruto dorado.
Emocionado por esta revelación, Juanito construyó una pequeña arpa con materiales simples y comenzó a practicar. A medida que lo hacía, notaba cómo su fruto brillaba aún más intensamente. Llegó nuevamente la competencia anual y esta vez Juanito estaba listo para mostrar su nuevo talento: tocar el arpa.
Subió al escenario y comenzó a interpretar una melodía dulce y mágica. El sonido llenó el aire y todos quedaron maravillados ante aquel nuevo talento desconocido hasta ese momento.
El pueblo entero aplaudió emocionado por haber presenciado algo tan especial. Desde ese día, Juanito se convirtió en el talentoso arpista de Villa Talentos y su fruto dorado se convirtió en un símbolo de la importancia de explorar y descubrir nuestros propios talentos únicos.
La moraleja de esta historia es que todos tenemos algo especial dentro de nosotros, aunque a veces no sea tan evidente. Solo necesitamos explorar, investigar y estar abiertos a nuevas posibilidades para descubrir nuestro verdadero talento.
No importa si es diferente o desconocido; lo importante es encontrarlo y compartirlo con los demás.
FIN.