Juanito y La Comida Mágica
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivía un niño llamado Juanito. Era un chico lleno de energía y siempre estaba dispuesto a jugar y a divertirse. Sin embargo, había algo que a su abuela le preocupaba: Juanito nunca prestaba atención a lo que ella decía, especialmente cuando se trataba de la comida.
Una tarde, mientras la abuela preparaba la cena, Juanito entró corriendo a la cocina.
- “¡No pasa nada, abuela! Estoy muy hambriento, además, mis manos están divertidas. ¡Ya estoy por comer! ” - respondió Juanito, sin mirar lo que su abuela había cocinado. La abuela susurró con un suspiro:
- “Juanito, querido, es importante que sepas lo que comes. Cada alimento tiene algo especial que ofrecer.”
Pero Juanito continuó saltando de un lado a otro, tratando de atrapar una mariposa que se había colado en la cocina.
Después de haber cenado, Juanito salió a jugar al parque. Allí conoció a un grupo de niños que estaban construyendo un castillo de arena y decidieron invitarlo a unirse. Mientras jugaban, Juanito se dio cuenta de que tenía mucha energía y empezó a hacer saltos y piruetas, pero también se iba olvidando de la construcción del castillo.
- “¡Juanito, ayúdanos con las torres! ” - le gritaron los niños, pero él respondía:
- “¡Mis manos están demasiado ocupadas para eso! ¡Miren qué alto puedo saltar! ”
Frustrados, los niños decidieron seguir trabajando sin él.
Al caer la tarde y al regresar a casa, Juanito encontró a su abuela en el jardín, regando las flores.
- “Abuela, ¿quieres ver lo que puedo hacer? ” - preguntó emocionado.
- “Claro, Juanito, pero primero, ven aquí y ayúdame a recolectar las verduras para la ensalada”, le pidió su abuela.
- “No tengo tiempo para eso, estoy muy hambriento y mis manos siguen jugando,” - respondió, mientras un viento suave hacía bailar las ramas de los árboles. Sin embargo, cuando se acercó a un tomate redondo y brillante, de repente, algo mágico sucedió.
Al tocar la hortaliza, Juanito sintió cómo una energía colorida recorría sus manos.
- “¿Qué fue eso? ” - se preguntó, sorprendido.
La abuela sonrió,
- “Es la magia de la comida, Juanito. Cada alimento tiene una historia que contar y una energía que nos ayuda a sentirnos fuertes y sanos. Ahora, ven a probar un poco.”
Intrigado, Juanito decidió dejar de lado el juego por un momento y se sentó a ayudar a su abuela. Mientras cosechaban los tomates, las zanahorias y las hojas de lechuga, la abuela le contó sobre cómo cada ingrediente provenía de la tierra y cómo con amor, ella los había cultivado.
- “Si comes bien, tendrás más energía para saltar y jugar mejor, puedes construir incluso un castillo más alto”, le dijo.
Finalmente, prepararon una deliciosa ensalada juntos y, al probarla, Juanito sintió que su cuerpo vibraba de felicidad.
- “¡Es riquísima, abuela! Nunca pensé que la comida podría ser tan divertida.”
- “Y siempre puedes hacerla junto a mí,” - respondió su abuela con una sonrisa.
Ahora, cada vez que Juanito siente hambre, recuerda la magia en cada bocado y cuánto más divertido sería jugar después de una buena comida.
Desde ese día, siempre ayudaba a su abuela y aprendió a saber y agradecer a cada plato en la mesa.
Y así, Juanito, quien pensaba que comer era aburrido, se convirtió en un pequeño chef de su casa, creando recetas únicas y llenas de amor, siempre con sus manos divertidas, y nunca olvidando lo divertido que era jugar siempre después de una buena comida y con energía.
Y en la pequeña casa de la abuela, la magia de la comida y el amor por la cocina se volvieron parte de la rutina diaria, llenando cada rincón de risas y colores.
FIN.