Juanito y la Luz Divina
Había una vez un niño llamado Juanito, quien vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Todos los días, camino a la escuela, pasaba frente a una iglesia grande y majestuosa.
Le encantaba mirarla y escuchar los cantos angelicales que salían de su interior. Un día, mientras observaba la iglesia con admiración, sintió como si alguien le hablara al oído:- Juanito, querido niño, te estoy llamando - susurró una voz suave y amorosa.
Juanito se quedó sorprendido y asustado al mismo tiempo. Miró a su alrededor pero no había nadie cerca. Decidió ignorar lo que había escuchado y continuó su camino hacia la escuela.
Pero esa noche, mientras dormía plácidamente en su cama, volvió a escuchar la misma voz:- Juanito, mi dulce niño, no debes temerme. Soy tu madre celestial. Juanito abrió los ojos de par en par y miró alrededor de su habitación.
Para su sorpresa, vio a una hermosa mujer vestida con ropas blancas y radiantes que brillaban como las estrellas en el cielo nocturno. - ¿Quién eres? - preguntó Juanito con curiosidad. La mujer sonrió tiernamente y respondió:- Soy la Virgen María, tu madre celestial.
He estado viendo cómo admiras mi iglesia todos los días y he decidido revelarme ante ti para guiarte por el buen camino. Juanito se sentía emocionado pero también confundido. No entendía por qué la Virgen María estaba interesada en él. - Pero...
¿por qué yo? - preguntó Juanito. - Porque tienes un corazón puro y una fe inquebrantable, querido Juanito.
Quiero que te conviertas en un ejemplo de bondad y amor para todos los demás niños del mundo - respondió la Virgen María con ternura. A partir de ese momento, la Virgen María comenzó a visitar a Juanito regularmente. Le enseñaba sobre el valor de la amabilidad, la importancia de ayudar a los demás y el poder del perdón.
Juanito se convirtió en un niño ejemplar. Ayudaba a sus padres en casa, compartía su merienda con los más necesitados y siempre trataba de ser amable con sus compañeros de clase.
Un día, mientras caminaba hacia la iglesia para encontrarse con la Virgen María, Juanito escuchó unos gritos desesperados provenientes de un callejón cercano. Se acercó rápidamente y vio a un perro atrapado entre unas cajas. Sin pensarlo dos veces, Juanito corrió hacia el perro y lo liberó cuidadosamente.
El perro ladró felizmente y comenzaron a jugar juntos. Cuando finalmente llegó a la iglesia, encontró a la Virgen María esperándolo con una sonrisa orgullosa en su rostro.
- ¡Juanito! Estoy tan orgullosa de ti por ayudar al pobre perro - exclamó emocionada-. Esa es exactamente la clase de persona amorosa y compasiva que quiero que seas. Desde aquel día, Juanito continuó siendo un niño generoso y amable.
La gente del pueblo lo admiraba por su bondad y muchos comenzaron a seguir su ejemplo. La Virgen María siempre estuvo presente en la vida de Juanito, guiándolo y protegiéndolo. Juntos, lograron hacer del mundo un lugar mejor, lleno de amor y comprensión.
Y así, Juanito aprendió que todos tenemos el poder de ser amables y hacer una diferencia en la vida de los demás. La bondad no tiene límites cuando se vive con el corazón abierto y dispuesto a ayudar.
FIN.