Juanito y las botellas rotas


Había una vez, en un pequeño pueblo de Chayanta, un niño llamado Juanito. Su familia era muy humilde y vivían de vender leche que producían en su granja.

Todos los días, Juanito se encargaba de llevar la leche al pueblo vecino para poder venderla y así ayudar a su familia. Un día, mientras se dirigía al pueblo con una canasta llena de botellas de leche fresca, Juanito se distrajo jugando con algunos amigos del camino.

Sin darse cuenta, tropezó y cayó al suelo haciendo que todas las botellas se rompieran y el dinero que iba a ganar se perdiera. Juanito estaba desesperado.

Sabía que había cometido un error grave y no sabía cómo enfrentaría a sus padres sin el dinero que tanto necesitaban. Decidió regresar rápidamente a casa para contarles lo ocurrido. Cuando llegó a su hogar, sus padres estaban preocupados por la tardanza de Juanito.

Al verlo llegar sin la canasta llena de botellas, supieron que algo malo había pasado. "¿Qué ha pasado hijo? ¿Dónde está la leche?", preguntaron sus padres angustiados. Juanito les contó toda la historia con lágrimas en los ojos.

Se sentía culpable por haber sido tan descuidado y haber fallado en su responsabilidad. Sus padres no se enfadaron ni lo regañaron como él esperaba. En cambio, lo abrazaron y le dijeron:"Sabemos que cometiste un error, pero todos nos equivocamos alguna vez en nuestra vida.

Lo importante es aprender de nuestros errores y encontrar soluciones. "Juanito se sorprendió por la reacción de sus padres, pero también sintió un gran alivio.

Sabía que tenía que encontrar una forma de remediar su error y ayudar a su familia. Al día siguiente, Juanito decidió buscar trabajo en el pueblo para poder ganar dinero y compensar lo perdido. Recorrió las calles preguntando a los comerciantes si necesitaban ayuda con alguna tarea.

Finalmente, encontró a Don José, un amable anciano que regentaba una pequeña tienda. Don José le ofreció trabajar en su tienda durante algunas horas al día a cambio de un salario justo.

Juanito aceptó con gusto y se dedicó con entusiasmo a realizar todas las tareas asignadas por Don José. Limpiaba la tienda, ordenaba los productos e incluso ayudaba a los clientes.

Poco a poco, Juanito comenzó a ganarse la confianza de Don José y de los habitantes del pueblo gracias a su esfuerzo y dedicación. La gente empezó a comprar más en la tienda sabiendo que serían atendidos por Juanito con amabilidad y eficiencia. Con el paso del tiempo, Juanito logró ahorrar lo suficiente para reponer el dinero perdido por las botellas rotas.

Fue directamente al mercado y compró todas las botellas de leche que pudo llevar consigo. Cuando llegó a casa con la canasta llena de leche fresca, sus padres no podían creerlo.

Estaban orgullosos del esfuerzo y determinación que había demostrado su hijo. Desde ese día, Juanito aprendió la importancia de ser responsable y cuidadoso en todas sus responsabilidades. También comprendió que los errores son oportunidades para crecer y aprender.

La historia de Juanito se volvió conocida en el pueblo, y su ejemplo inspiró a otros niños a ser responsables y valientes. Todos aprendieron que, aunque cometan errores, siempre hay una forma de enmendarlos y seguir adelante.

Y así, Juanito demostró que incluso los momentos más difíciles pueden convertirse en lecciones valiosas para toda la vida.

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