Judit y el misterio del fantasma olvidadizo

Judit era una niña tímida que siempre tenía problemas en la escuela. A pesar de tener una linda casa y amigos divertidos, sentía que nunca encajaba del todo. Un día, conoció a un chico apuesto y extrovertido llamado Carl, del que ella estaba enamorada en secreto.

Un día, mientras paseaba por el parque, Judit y Carl escucharon rumores sobre un fantasma que deambulaba por el viejo molino. Intrigados, decidieron investigar. Al acercarse al molino, vieron a un anciano fantasma dando vueltas en círculos.

- 'Hola, ¿puedo ayudarte?' - preguntó Judit al fantasma.

El fantasma, un poco confundido, respondió: 'No sé quién soy, ni por qué estoy aquí. Mi memoria me juega malas pasadas'.

Decididos a ayudar al viejo fantasma, Judit y Carl se propusieron resolver el misterio de su identidad. Con ingenio y valentía, recorrieron la ciudad en busca de pistas. Descubrieron que el fantasma se llamaba Don Benjamín y solía ser el dueño del molino. Sin embargo, un hechizo mal lanzado lo había convertido en un fantasma olvidadizo.

Judit y Carl buscaron la forma de romper el hechizo. Después de muchas averiguaciones, encontraron un antiguo libro de hechizos. Siguiendo las instrucciones, prepararon una poción especial y consiguieron que Don Benjamín la bebiera.

Al instante, el rostro del fantasma se iluminó. '¡Recuerdo quién soy!' exclamó emocionado. Agradecido, Don Benjamín les reveló el secreto para deshacer el hechizo. Con un gesto de cariño, desapareció en una ráfaga de luz.

Judit y Carl regresaron al parque como héroes, pero más importante aún, como amigos. Judit había descubierto que no necesitaba cambiar quién era para encajar, que su valentía y bondad eran cualidades admirables. Y Carl, por su parte, aprendió que había mucho más en Judit de lo que parecía y que la verdadera valentía no siempre venía acompañada de brillo y fanfarrias.

Desde ese día, Judit y Carl se convirtieron en inseparables. Juntos, vivieron muchas aventuras más, pero ninguna tan emocionante como la del misterio del fantasma olvidadizo.