Jugando con números
Magui era una joven profesora de matemáticas que comenzaba su carrera en la universidad. Era una persona muy dedicada y apasionada por su trabajo, siempre buscando nuevas formas de enseñar a sus estudiantes.
Un día, Magui llegó al aula donde daría su primera clase. Los estudiantes estaban ansiosos por conocerla y saber qué tipo de docente sería. Al entrar, se presentó con entusiasmo:- ¡Hola chicos! Soy Magui y seré su nueva profesora de matemáticas.
Los estudiantes respondieron con un tímido saludo. Magui notó que algunos parecían nerviosos y otros simplemente desinteresados. - Hoy vamos a hablar sobre ecuaciones lineales - dijo Magui mientras escribía en el pizarrón.
Algunos estudiantes tomaron sus cuadernos y lapiceras dispuestos a tomar notas, mientras otros simplemente miraban hacia otro lado. Magui comenzó explicando los conceptos básicos de las ecuaciones lineales, pero notó que muchos estudiantes no entendían lo que estaba diciendo.
Así que decidió cambiar su estrategia:- ¿Qué les parece si hacemos un juego para entender mejor esto? - preguntó sonriendo. Los estudiantes asintieron curiosos.
Magui repartió tarjetas con números escritos a cada uno de ellos y luego les dio instrucciones para resolver una ecuación utilizando esos números como variables. Los estudiantes se pusieron manos a la obra y empezaron a trabajar en sus cálculos. Pronto, todos estaban discutiendo diferentes métodos para solucionar el problema.
- ¡Lo logré! - exclamó uno de los estudiantes levantando la mano al terminar la tarea. Magui se acercó a él y le preguntó cómo lo había resuelto. El estudiante explicó su método y Magui lo elogió por su creatividad.
- ¡Muy bien hecho! - dijo Magui con una sonrisa de orgullo en su rostro. La clase continuó con varios juegos más para enseñar diferentes conceptos matemáticos. Los estudiantes estaban entusiasmados y participando activamente, algo que nunca habían hecho antes en sus clases de matemáticas.
Al finalizar la clase, los estudiantes se despidieron de Magui con una sonrisa en sus rostros y un nuevo interés por las matemáticas. Magui se fue a casa sintiéndose satisfecha.
Sabía que había encontrado una nueva forma de enseñar matemáticas que no solo era divertida, sino también efectiva. Desde ese día en adelante, todos los estudiantes esperaban ansiosamente las clases de Magui, sabiendo que aprenderían algo nuevo mientras se divertían al mismo tiempo.
FIN.