Jugando con responsabilidad
Había una vez un bebé llamado Said que vivía con su papá Mario en una pequeña casita en la ciudad. Said era un niño muy activo y siempre estaba buscando nuevas aventuras para divertirse.
Un día, mientras jugaba en el jardín, Said encontró una pelota de colores brillantes. Sus ojitos se iluminaron de emoción al verla y no pudo resistirse a agarrarla. Con mucha dificultad, empezó a rodarla por el césped.
En ese momento, Papá Mario salió al jardín y vio a Said jugando con la pelota.
Se acercó sonriendo y le dijo: "¡Hola, mi pequeño campeón! ¿Quieres jugar a la pelota juntos?"Said soltó la pelota emocionado y gritó: "¡Sí, papi! ¡Vamos a jugar!"Así comenzaron a jugar padre e hijo. Mario enseñaba a Said cómo patear la pelota con fuerza y precisión, mientras que él intentaba imitar los movimientos de su papá lo mejor que podía.
Pasaron las horas riendo y disfrutando del juego. El tiempo volaba cuando estaban juntos divirtiéndose. Pero algo inesperado ocurrió cuando uno de los tiros de Said fue tan fuerte que rompió el vidrio de una ventana.
Papá Mario miró asustado hacia la ventana rota y luego miró a su hijo preocupado. Dijo en tono serio: "Said, eso no estuvo bien. Debemos cuidar nuestras acciones para no dañar las cosas de los demás.
"El pequeño bajó la cabeza apenado y dijo: "Lo siento papá, no quise hacerlo. "Papá Mario se acercó a Said y lo abrazó suavemente. Le dijo: "Está bien, mi amor. Todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos y tratar de enmendarlos.
"Juntos fueron a la casa vecina para disculparse por el accidente. El dueño de la casa los recibió amablemente y les dijo que no se preocuparan, que entendía que fue un accidente.
De regreso en su hogar, Papá Mario le explicó a Said la importancia de ser responsable con nuestras acciones. Le enseñó que cuando hacemos algo malo, debemos pedir disculpas y tratar de reparar el daño si es posible. Said aprendió una valiosa lección ese día.
Comprendió que jugar era divertido, pero también implicaba responsabilidad. A partir de ese momento, siempre tuvo cuidado al jugar con sus juguetes y respetaba las cosas de los demás.
Padre e hijo continuaron disfrutando del juego juntos, pero ahora también aprendieron a valorar la importancia del respeto y la responsabilidad en todas sus actividades diarias. Y así, Papá Mario y el bebé Said siguieron creciendo juntos, fortaleciendo su vínculo mientras compartían risas y aventuras en cada uno de sus juegos.
FIN.