Jugando juntos
Había una vez en una colorida y alegre sala de preescolar, un grupo de niños muy emocionados por comenzar su primer día de clases.
Entre ellos se encontraban Martina, Tomás, Valentina y Mateo, quienes pronto se convertirían en los mejores amigos. - ¡Hola! ¡Yo soy Martina! -se presentó una niña con coletas y una sonrisa radiante. - Hola Martina, yo soy Tomás. ¿Quieres ser mi amiga? -respondió un niño con lentes y pecas en la cara.
- ¡Claro que sí! Seremos amigos inseparables -dijo Martina emocionada. Mientras tanto, Valentina estaba sentada en un rincón observando a los demás niños jugar. Mateo se acercó a ella con timidez y le extendió la mano:- Hola, me llamo Mateo.
¿Quieres jugar conmigo? Valentina miró a Mateo con sorpresa antes de asentir lentamente. Juntos empezaron a construir un castillo de bloques, riendo y compartiendo ideas.
La maestra del preescolar, la señorita Ana, notó cómo estos cuatro niños estaban formando rápidamente una conexión especial basada en el compañerismo y la solidaridad. Decidió proponerles un desafío:- Niños, hoy vamos a aprender sobre la importancia de compartir.
Les propongo que cada uno traiga su juguete favorito mañana para compartirlo con sus amigos. Martina, Tomás, Valentina y Mateo aceptaron el reto emocionados.
Al día siguiente, cada uno llevó su juguete favorito: Martina llevó su muñeca preferida; Tomás llevó su camión de bomberos; Valentina llevó su peluche unicornio; y Mateo llevó su set de bloques magnéticos. Durante el recreo, decidieron juntar todos los juguetes para crear un mundo imaginario donde cada uno tenía un papel importante. Compartieron risas, historias e incluso meriendas.
Al final del día, la señorita Ana les preguntó qué habían aprendido sobre compartir. Todos levantaron la mano ansiosos por contar sus experiencias:- Compartir nos hace felices porque podemos disfrutar juntos -dijo Martina. - Aprendí que cuando compartimos nuestros juguetes también compartimos nuestra alegría -añadió Tomás.
- Descubrí que al compartir creamos momentos especiales que recordaremos siempre -comentó Valentina tímidamente. Mateo concluyó diciendo: "Cuando compartimos no solo repartimos cosas materiales sino también amor y amistad".
La señorita Ana sonrió orgullosa al escuchar las reflexiones de sus pequeños alumnos. Les dio las gracias por enseñarle tanto sobre amistad y generosidad en tan poco tiempo.
Desde ese día en adelante, Martina, Tomás, Valentina y Mateo se convirtieron en inseparables amigos que entendían el verdadero valor del compartir no solo juguetes sino también momentos especiales llenos de amor y compañerismo.
FIN.