Jugando seguros con Cristina


Había una vez una niña llamada Cristina, que era muy activa y siempre estaba corriendo y saltando por todas partes. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, se tropezó con una piedra y cayó al suelo.

-¡Ay! -gritó Cristina mientras se frotaba las rodillas. Sus amigos rápidamente fueron a buscar a un adulto para que la ayudara. La señora del kiosco cercano vino corriendo y le preguntó qué había pasado.

-Me caí y me lastimé las rodillas -respondió Cristina entre lágrimas. La señora la calmó, limpió sus heridas y le puso vendas en ambas rodillas. Le explicó que debía tener mucho cuidado al jugar para evitar accidentes como ese.

Cristina regresó a casa esa tarde cojeando, pero con un aprendizaje valioso sobre la seguridad en el juego. Sus padres también le dieron algunos consejos para evitar futuras caídas:-Debes mirar hacia donde vas cuando corres o caminas -le dijo su padre-.

Si prestas atención al camino, podrás ver obstáculos como piedras o ramitas antes de tropezarte con ellos. -Si quieres saltar desde algún lugar alto -añadió su madre-, asegúrate primero de que hay suficiente espacio para aterrizar sin hacerte daño.

Cristina tomó nota de todo lo que le dijeron sus padres y se propuso ser más cuidadosa en el futuro. Pero no pasaron muchos días antes de que olvidara sus promesas cuando comenzaba a jugar con sus amigos nuevamente.

Un día, mientras jugaban carreras en bicicleta cerca de la casa, Cristina se distrajo y perdió el equilibrio. De repente, se encontró en el suelo una vez más. -¡Otra vez! -exclamó mientras se tocaba las rodillas adoloridas.

Esta vez, sin embargo, no lloró tanto como antes. Recordó lo que sus padres le habían enseñado y decidió tomar medidas para evitar futuras caídas. Primero, revisó su bicicleta para asegurarse de que estaba en buen estado y tenía los frenos funcionando correctamente.

Luego, pidió a sus amigos que jugaran un poco más despacio para que ella pudiera seguirles el ritmo sin perder la concentración. Finalmente, Cristina aprendió a escuchar las señales de su cuerpo cuando comenzaba a sentirse cansada o mareada.

Sabía que debía detenerse inmediatamente si algo no se sentía bien. Poco a poco, Cristina fue mejorando su técnica de juego y evitando accidentes innecesarios.

Se convirtió en una experta en seguridad infantil y compartió sus conocimientos con sus amigos cada vez que podía. Un día, cuando estaban jugando juntos en el parque nuevamente, uno de ellos tropezó con una piedra similar a la que había causado la caída de Cristina semanas atrás.

-¡Cuidado! -gritó Cristina mientras señalaba la roca-. ¡Deberías mirar hacia donde vas! Sus amigos escucharon atentamente sus consejos y siguieron adelante sin problemas. Todos aprendieron algo importante ese día: ser cuidadoso es crucial para mantenerse seguro al jugar al aire libre.

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