Jugando sin fronteras
En un hermoso bosque llamado "El Valle Feliz", vivían tres grandes amigos: el oso Benito, la vaca Lola y el cerdito Pancho. Siempre estaban juntos y les encantaba jugar y divertirse.
Un día soleado, mientras paseaban por el bosque en busca de aventuras, se encontraron con una caja llena de juguetes abandonados. Estaba llena de pelotas, aros para saltar y cuerdas para saltar. -¡Miren lo que encontré! ¡Una caja llena de juguetes! -exclamó emocionado Benito.
-¡Qué genial! Podemos pasar toda la tarde divirtiéndonos con estos juguetes -dijo Lola, saltando de alegría.
-Pero primero debemos decidir qué juego vamos a jugar -añadió Pancho-, ¡tenemos tantas opciones! Los tres amigos se sentaron alrededor de la caja y comenzaron a discutir sobre qué juego elegir. Benito quería jugar al fútbol con las pelotas, Lola prefería saltar la cuerda y Pancho anhelaba intentar hacer malabares con los aros. -¡No podemos decidirnos! Todos los juegos suenan divertidos -dijo Benito frustrado.
De repente apareció un conejo llamado Ramón, quien había estado escuchando su conversación desde lejos. Se acercó amigablemente y les ofreció ayuda. -Chicos, tengo una idea que podría solucionar su dilema -dijo Ramón sonriente-.
¿Por qué no juegan a todos los juegos? -¿Cómo? ¿Es posible eso? -preguntó Lola sorprendida. -Sí, por supuesto. Podemos crear un gran juego donde combinamos todos los juegos que les gustan -explicó Ramón con entusiasmo.
Los amigos se miraron emocionados y comenzaron a planear cómo sería ese gran juego. Decidieron llamarlo "El Gran Desafío del Valle Feliz". El oso Benito sería el portero del equipo de fútbol, la vaca Lola saltaría la cuerda mientras Pancho intentaba hacer malabares con los aros.
Y Ramón, el conejo, se encargaría de animarlos y llevarles agua cuando lo necesitaran. Así comenzó el Gran Desafío del Valle Feliz. Los tres amigos se divertían jugando al fútbol mientras saltaban la cuerda y hacían malabares al mismo tiempo.
Aunque no eran expertos en ninguno de los juegos, se reían mucho y disfrutaban cada momento juntos. Conforme pasaban las horas, más animales del bosque se unieron al juego.
Había ardillas que corrían detrás de las pelotas, pájaros que volaban sobre ellos y mariposas que bailaban alrededor. Cuando finalmente llegó la hora de irse a casa, los tres amigos estaban agotados pero felices. -¡Eso fue increíble! ¡Nos divertimos tanto! -exclamó Pancho entre risas. -Tienes razón, Pancho.
Descubrimos que no tenemos que elegir solo un juego cuando podemos combinarlos todos -dijo Lola con una sonrisa enorme en su cara. -Sin duda alguna fue uno de los mejores días de nuestras vidas -añadió Benito emocionado-.
¡Gracias por tu ayuda, Ramón! Ramón se despidió de ellos con una reverencia y les deseó buenas noches.
A partir de ese día, los tres amigos aprendieron que la diversión no tiene límites y que siempre pueden encontrar soluciones creativas cuando se encuentran en un dilema. Y así, siguieron jugando juntos y disfrutando cada momento en el hermoso bosque del Valle Feliz. El fin.
FIN.