Jugar con Messi



Lihuel era un niño argentino apasionado por el fútbol. Todos los días, después de la escuela, corría a la cancha del barrio para jugar con sus amigos.

Pero su sueño más grande era convertirse en un futbolista profesional y jugar junto a su ídolo, Lionel Messi, en la selección argentina. Lihuel se levantaba temprano cada mañana para entrenar en la canchita que su papá le había armado en el patio trasero de su casa.

Soñaba con los goles que marcaría en el estadio monumental y con levantar la copa del mundo junto a Messi.

"¡Papá, algún día voy a jugar con Messi y ganar una copa para Argentina!" - le decía emocionado a su papá mientras pateaban la pelota juntos. Papá siempre le respondía con una sonrisa y le recordaba lo importante que era ser constante y esforzarse para alcanzar sus sueños.

El tiempo pasaba y Lihuel seguía entrenando con dedicación, mejorando sus habilidades, y manteniendo viva la llama de su sueño en su corazón. Un día, la oportunidad llegó. Lihuel fue seleccionado para formar parte de las inferiores de un importante club de fútbol.

Estaba emocionado y nervioso, pero sabía que era su gran oportunidad para acercarse a su sueño. Con esfuerzo y sacrificio, logró destacarse y finalmente recibió la invitación para entrenar con el equipo profesional.

El día en que entró al vestuario y vio a Messi, su corazón latía con tanta fuerza que pensó que iba a salirse del pecho. Messi se acercó a él, le dio la bienvenida y le dijo que estaba contento de tenerlo en el equipo. Lihuel se esforzó al máximo en cada entrenamiento, aprendiendo de Messi y de todos sus compañeros.

El día del gran partido llegó, la final de la copa. El equipo estaba empatando y necesitaban un gol para ganar la copa.

Lihuel recordó todos los consejos de su papá, la dedicación en cada entrenamiento, y la chispa de su sueño en su corazón. En los últimos minutos del partido, la pelota llegó a los pies de Lihuel, quien recordó todas las veces que había practicado ese remate.

Con un potente disparo, la pelota se coló en el arco rival. ¡Gol! El estadio estalló en júbilo y el equipo de Lihuel se consagró campeón. Lihuel se abrazó con Messi y juntos levantaron la preciada copa.

El sueño de Lihuel se había hecho realidad, demostrando que con esfuerzo, constancia y pasión, los sueños sí pueden cumplirse.

FIN.

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