Jugar Con Papá y Mamá
En la colorida ciudad de Flores, un grupo de niños se reunió en el parque de la plaza. El sol brillaba y el aire estaba lleno de risas, pero había algo que los preocupaba. Los celulares. Todos los días, al terminar la escuela, sus padres estaban más pendientes de sus teléfonos que de jugar con ellos.
- Chicos, tenemos que hacer algo al respecto - dijo Sofía, una niña de ocho años de ojos brillantes.
- ¡Sí! Nuestros papás siempre están “chateando” y no juegan con nosotros - agregó Tomy, un niño valiente con una risa contagiosa.
- ¿Y si hacemos un plan? - sugirió Lucas, el más pequeño del grupo. - Algo que los haga dejar sus teléfonos.
- ¡Eso es! - exclamó Sofía. - ¿Qué tal si organizamos un gran torneo de juegos? Así, los adultos no podrán resistirse y vendrán a jugar.
Los amigos comenzaron a pensar en diferentes juegos: carreras de sacos, fútbol, y hasta una búsqueda del tesoro.
- ¡El torneo será este sábado! - determinó Sofía mientras dibujaba en su cuaderno.
El día del torneo, los niños decoraron el parque con globos de colores y carteles que decían “¡Familias a jugar! ” Cuando llegó la hora, todos estaban emocionados. Pero algo inesperado sucedió: los padres llegaron, pero muchos de ellos seguían mirando sus teléfonos.
- ¡Papá, ven a jugar! - gritó Lucas, tironeando la camisa de su padre.
- Un minuto, hijo. Estoy contestando un mensaje - respondió su papá, sin desviar la mirada de la pantalla.
Sofía, al ver esto, decidió tomar la iniciativa. Se subió a una caja de madera y gritó: - ¡Atención a todos los padres! Si no dejan sus teléfonos, ¡los niños ganarán el torneo sin ustedes!
Los niños rieron y aplaudieron la ocurrencia de Sofía. Pero la idea pareció tener efecto. Algunos padres comenzaron a intercambiar miradas y se dieron cuenta de que, si no se involucraban, se perderían un día maravilloso.
- Bueno, tal vez un rato no pase nada si dejo el teléfono - dijo la mamá de Tomy, guardando su celular en su mochila.
Poco a poco, los padres empezaron a dejar sus dispositivos. El torneo comenzó y todos disfrutaron de juegos, risas y hasta competencias inesperadas. Mamás y papás olvidaron sus preocupaciones y jugaron en equipo con sus hijos.
- ¡Esto es lo mejor que he hecho en mucho tiempo! - exclamó el papá de Lucas, quien fue el más entusiasta en saltar en la carrera de sacos.
Mientras los niños jugaban, los padres compartieron historias y risas. Más tarde, al finalizar el torneo, todos se sentaron en círculo usando un mantel al aire libre para disfrutar de bocadillos.
- ¿Vieron cómo todos nos divertimos? - dijo Sofía, mientras tomaba un sorbo de jugo. - No necesitamos los celulares para pasarla bien.
Los padres, con sonrisas brillantes y corazones contentos, comenzaron a hacer planes para reunirse más seguido.
- Prometemos jugar al menos una vez a la semana con ustedes - aseguró la mamá de Tomy, mirando a todos los niños.
Los chicos se abrazaron y celebraron con alegria. Habían logrado su misión. No sólo jugaron, sino que también enseñaron a sus padres la importancia de compartir momentos juntos.
Ese día en Flores resonó con risas, alegría y sobre todo, una conexión renovada entre padres e hijos, que dejó a todos con una valiosa lección: el tiempo en familia es el mejor juego de todos.
FIN.